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Rosa Belmonte

El punto es como borde

El marxismo en el lenguaje. O dicho de otra manera, y esto es la novedad, ser un “grammar nazi”.

El marxismo en el lenguaje. O dicho de otra manera, y esto es la novedad, ser un “grammar nazi”.
La presentación de la RAE | Cordon Press

El primer Libro de estilo del español, presentado el lunes por la Real Academia Española, llega cuando la gente se ha vuelto turulata con el lenguaje. Nunca sobran manuales para hablar y escribir bien. El libro de estilo ni prohíbe ni sanciona. Faltaría más, que nos esposaran por el laísmo, el dequeísmo o por decir postureo (aunque soy partidaria de la lapidación, aunque sea con palomitas, en caso de esto último). Entre cosas razonables (adonde, a donde, adónde, a dónde) también aclara si hay que poner punto detrás de un emoticono. Quiero tomar rehenes en la RAE. A propósito de esto y de los mensajes en el móvil en general, salió una chica en el informativo de Telecinco y dijo: "El punto es como borde". Es decir, acabar las frases con un punto es como borde. Mejor un muñequito. O nada. ¿Es que somos salvajes?

Pues espérate, que resulta que hay una especie de Los santos inocentes en cuanto al lenguaje. Que los que hablan o intentan hablar bien son el señorito Iván que oprime a los que no hablan según las normas que nos hemos dado desde las alturas de la RAE (o sea, Paco, Régula, Azarías y, si me apuras, La niña chica). El marxismo en el lenguaje. O dicho de otra manera, y esto es la novedad, ser un "grammar nazi". Pero, pero, pero…

Y no se refieren al lenguaje inclusivo (perdón por el palabro). Por cierto, el pleno de la RAE votará en diciembre el informe encargado por Carmen Calvo sobre el lenguaje de la Constitución y parece que no va a haber sorpresas. Menos mal. Dice el director de la RAE que no es una Constitución en masculino, que "es una Constitución escrita en español". Y que como "uno de los principios comunes a todas las lenguas románicas es el de economía del lenguaje, existe un género no marcado por el que el masculino incluye el femenino". Y que tengamos que estar con esto… Pero vuelvo a lo ser un "grammar nazi". Hablar la variedad culta del lenguaje. Y no es ser Menéndez Pidal, es ser alguien vulgar preocupado por hablar bien. Quizá haya algún pelmazo que corrige (y no a sus hijos o alumnos), pero en general me refiero al uso correcto del lenguaje. Pues hablar bien parece que tiene que ver con el poder y el privilegio social. Hombre, esto es Nancy Mitford de toda la vida. Ella podría alegar que grammar nazi en todo caso sería su hermana Unity. Ya sabemos que Nancy Mitford, siguiendo al lingüista Alan Ross, escribió un famoso ensayo en 1956 sobre el lenguaje ‘U’ (upper class) y ‘No U’ (no upper class o middle class). Señalaba cuál era el lenguaje de clase alta y cuál no (de la primera sería lavatory; de la segunda toilet). Muy posteriormente, a la madre de Kate Middleton le afearon que cuando la Reina la saludó con un ‘How do you do?’ contestara con un ‘Pleased to meet you’ en lugar de con otro ‘How do you do?’.

Por lo que he entendido del concepto, no se puede pretender que lo correcto sea lo que farfullan los de un nivel social superior y no lo sea lo que hablan los de niveles sociales inferiores o de zonas geográficas apartadas. Anda, pues claro que no. ¿Pero por qué no va a ser aspiracional hablar bien? Me acuerdo de eso que contaba Carmen Martín Gaite en ‘A fondo’ sobre lo puro que era el castellano en Salamanca. El de gente de toda clase. Y recordaba una cosa de su tío Vicente, cazador. Se perdieron por el campo y se encontraron con un zagal de unos ocho años guardando ganado. Le preguntaron por otro hombre que iba con ellos. La respuesta: "Si pasó no lo sé, pero yo no lo vi". El padre de Carmen Martín Gaite decía de la frase que ni sobraba ni faltaba palabra. Esa precisión. Y ahora el punto es como borde.

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