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Antonio Robles

Librepensamiento con mascarilla

El runrún del manifiesto 'Sobre la justicia y los debates abiertos', subscrito por la aristocracia intelectual de izquierdas, no parece haber suscitado el interés de la progresía de nuestro país.

El runrún del manifiesto Sobre la justicia y los debates abiertos, subscrito por la aristocracia intelectual de izquierdas, no parece haber suscitado el interés de la progresía de nuestro país. Lástima, es bueno, a pesar de llevar mascarilla. Las 150 firmas que lo subscriben, con Noam Chomsky a la cabeza, nos previenen contra la vuelta del obscurantismo y la censura, más propios de sociedades puritanas que de Estados de Derecho consolidados. Pero no se alarmen, no vuelven los mormones ni el índice de libros prohibidos del Vaticano. Sus firmantes nos alertan de un "clima intolerante que se ha establecido en todas partes". O sea, mucho peor.

Su crítica no se limita al auge de dirigentes autoritarios de derechas en democracias consolidadas del mundo, sino parece que también, y aquí radica su novedad, se dirige a la deriva reaccionaria de la izquierda cultural y política empeñada en coaccionar a todo cuanto no cuadre con su hegemonía moral. Y digo parece porque no la nombra ni una sola vez, a pesar de que sus dardos se centran en los modos coactivos del activismo social de izquierdas. El movimiento Black Lives Matter sirve de fondo de pantalla: "Poderosas protestas reclaman justicia social y racial y exigen reformas en la policía". Pero, estando de acuerdo, aclaran, a la vez han generado "un tipo de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar el debate abierto y la tolerancia de las diferencias a favor de la uniformidad ideológica". Detrás de esa deriva están las propias "instituciones culturales", acusan. Curioso, es el ecosistema donde desarrollan su labor creativa.

A la derecha la califican de demagoga, a la izquierda la emboscan, la protegen; en todo caso, la regañan sin nombrarla. Mal ejemplo de compromiso pueden dar quienes no se atreven a confrontar con nombres y apellidos a los causantes de esa deriva antiliberal. Aunque como Gila suelten:

Hay editores despedidos por publicar textos polémicos. Hay libros retirados por haber sido acusados de no ser auténticos. Hay periodistas a los que se les prohíbe escribir sobre determinados temas. Hay profesores a los que se les investiga por citar textos literarios en clase…

¡Qué lástima que no se atrevan a cuestionarse a sí mismos y su silencio de décadas, mientras fraguaba en sus universidades este nuevo puritanismo de izquierdas! Tenemos buenas muestras en la facultad de politólogos en serie en las nuestras. Con el rebaño de Podemos a la cabeza. De ahí ha salido la ideología de género, puro puritanismo sectario, al que sólo le importa la mujer estabulada en sus filas. La otra no es mujer, es de derechas. O simplemente facha, un atajo para ahorrarse el juicio y la sentencia argumentada.

Hay muchos intelectuales progresistas muy despistados en este mundo de banderías. Hasta el mismo Noam Chomsky firmó no hace tanto un manifiesto a favor del derecho a decidir de los nacionalistas catalanes. ¿En qué estaría pensando? De casta le viene al galgo. Y si no, abran el enlace de mi querido amigo Eduardo Goligorsky a propósito de otro manifiesto a favor de la democracia en 2012. Su labrada cultura y longeva edad desvelan lo que esta generación de gañanes podemitas ignoran.

En todo caso, tal manifiesto es una advertencia para quienes creen que, en este tiempo de pensamientos líquidos, tal empeño es una antigualla: "La manera de vencer a las malas ideas es a través de la exposición, la argumentación y la persuasión, no mediante el silenciamiento o la exclusión". Por si se nos olvida.

Personajes amorales como Pedro Sánchez y su equipo de comunicación, o inmorales como Pablo Iglesias y su ombligo, empeñados en controlar las instituciones democráticas en beneficio propio, son un ejemplo Redondo de las críticas vertidas en este manifiesto. La advertencia les viene al pelo:

Rechazamos cualquier falso dilema entre la justicia y la libertad , porque no puede existir la una sin la otra.

Nuestros intelectuales orgánicos deberían reflexionar sobre esta nueva moral acosadora con ínfulas revolucionarias y frenada adolescente.

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