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Nuria Richart

De Oriana Fallaci a la Conferencia Episcopal: la cobardía de Occidente

El secretario general de la Conferencia Episcopal afirma que "no podemos caer en provocaciones, no podemos echar leña al fuego". Momento de recordar aquel: "Querido sostenedor de Las-Dos-Culturas".

El secretario general de la Conferencia Episcopal afirma que "no podemos caer en provocaciones, no podemos echar leña al fuego". Momento de recordar aquel: "Querido sostenedor de Las-Dos-Culturas".

"Ver para no creer", debe estar pensando el asesino yihadista del sacristán Diego Valencia. "Pero, ¿qué le pasa a esta gente? ¿Qué más tengo que hacer?". Entremos en la cabeza del criminal islamista que tanto está interesando, su mente, a los medios de comunicación españoles.

Yassine Kanjaa, el terrorista que ha matado al sacristán, herido de gravedad a un cura y a varios feligreses el pasado miércoles en Algeciras, se dirá: "¿para qué asalto dos iglesias al grito "muerte a los cristianos" y "Alá es grande" si nadie me hace ni caso? Que podría haber matado al primero que pasara por la calle, sí, pero no. Me fui a unos templos que oficiaban misa a destrozar lo que pillé a mano y luego a atacar a los que allí rezaban".

El secretario general de la Conferencia Episcopal, César García Magán le desarmó de inmediato: "no podemos caer en provocaciones, no podemos echar leña al fuego, no podemos caer en demagogias y no podemos identificar el terrorismo con ninguna religión ni con ninguna fe". Y añadía "cuando esa violencia se pretende justificar equivocadamente en nombre de Dios". El secretario de la Conferencia Episcopal ha pedido que "las autoridades hagan su trabajo y determinen cuáles son las causas".

No caigamos en provocaciones ni del guindo.

Para perpetrar el atentado, el terrorista islámico se vistió con un chándal blanco y llevaba en la mano un Corán. Dice el primer auto del juez de la Audiencia Nacional: "una vez que le tiene en el suelo, sujeta la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra "allah" le asesta una última estocada mortal".

Un "fallecido" perturba a la prensa y a los políticos

Titulares: "Si Yassine Kanjaa no es un psicótico paranoide, lo parece mucho". Es el análisis de un experto en psiquiatría forense. Dice el diario ABC: "¿Quién le ha metido a Yazine (nótese el tuteo) estas ideas en la cabeza?" Debe haber sido el capitalismo despiadado de Ione Belarra, digo. El País: "Consumía mucha droga, la dejó y se puso a rezar". Ya se sabe que no hay peor estupefaciente que el opio del pueblo. La Vanguardia: "El sacristán fallecido de Algeciras había expulsado de la iglesia a su agresor días antes del ataque".

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Yassine Kanjaa, el terrorista islámico autor del atentado en Algeciras

En el registro de su casa (okupa) los investigadores han encontrado abundante propaganda yihadista. Kanjaa pensará: "¿Para qué me paso horas viendo vídeos de matanzas, torturas o de sermones religiosos? Que dejé de usar ropa con marca occidental y prohibí el consumo de alcohol a mis compañeros de habitación"...

Por cierto, "confirman a la SER que el ISIS no reivindica este presunto atentado, pero sí lo ha comentado en un vídeo". Marlaska anunció en Algeciras que se están indagando "otras posibilidades" como el hecho de sus antecedentes psiquiátricos. La prensa ha encontrado que el padre del asesino ha estado en un hospital de estas características...

Me imagino el futuro juicio. Los testigos: "Entró diciendo que la única religión que hay que seguir es la islámica". El juez: Pero, ¿parecía un loco? El asesino: "Es que no paré de decir aquello de "Allahu akbar" y "os lo merecéis". Y en mi Facebook alabé al Estado Islámico e insultaba a las mujeres por la calle". El juez: "A ver, usted no está bien y lo sabe" Puestos a elucubrar, lo mismo se toma como eximente yihadista que el asesino solía desplazarse en un patinete eléctrico. Eso dicen.

"A Abascal le toca la lotería"

Así tituló una columna el diario Público. Decía:

El suceso cumple a rajatabla todas las papeletas de la agenda xenófoba e islamófoba: un inmigrante, musulmán, en situación irregular, seducido por el yihadismo y pendiente de expulsión, ataca dos iglesias armado de un machete y va por la calle dando gritos de "Muerte a los cristianos". Joder, ni aposta lo mejoras.

Pero, el "suceso" ¿fue planeado por el marroquí ilegal Yassine Kanjaa o por Vox?

Ni el Presidente del Gobierno ni ningún ministro van al entierro de Diego Valencia, casado, con dos hijos y dos nietos. Pedro Sánchez elige "fallecido" para su relato:

No es el único. Núñez Feijóo asegura que fue por "falta de información" pero da también el pésame a la familia del "fallecido" en vez del asesinado. Eso sí, declara, "desde hace muchos siglos, no verá usted a un católico o a un cristiano mate en nombre de su religión o de sus creencias". Le cae la del pulpo. Un diputado socialista le recuerda en Twitter:

Moreno Bonilla pide "prudencia" y Emiliano García Page se explaya: "Recuerdo que el Papa (en 2001) hizo lo contrario, una llamada a la calma. Y pedir que se distinguieran los fenómenos radicales extremistas fanáticos de aquellos que representan a toda una religión".

La crucecita ha quedado diluida como un azucarillo en leche calientita.

¿Será así la lucha antiterrorista de la posverdad, negarlo todo? ¿Volver loco al acusado haciéndole dudar de sus propios hechos? Menuda táctica. Bien, es el momento de traer a Oriana Fallaci.

La rabia y el orgullo

Hace más de veinte años la doctora en Medicina y periodista italiana Oriana Fallaci retrató la cobardía occidental frente al totalitarismo musulmán. Creo que ni ella, si viviera, daría crédito al grado de estulticia actual. Se exilió en Nueva York , "Refugium peccatorum", porque no soportaba ver la decadencia de una Europa "malsana" e "inerte".

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Oriana Fallaci

En La rabia y el orgullo, "un sermón, una requisitoria", Fallaci habla de "las monstruosidades del Corán" y recuerda que "no abre las puertas a las conquistas realizadas por la civilización, no quiere saber nada de libertad ni de justicia ni de progreso". Que no admiten en sus funerales "seres impuros: animales y mujeres".

Habla del "oscurantismo y puritanismo de una religión que produce solamente religión" o de la tasa de analfabetismo en los países musulmanes. Se lamentaba del "olvidado laicismo de Europa" y del "pacifismo hipócrita". "Los europeos que no tienen cojones de cambiar", escribe.

¿A dónde ha ido vuestro laicismo? ¿A dónde ha ido el Sol del Porvenir, la libertad, la justicia, la repulsa, la injerencia, ejercitada por las autoridades eclesiásticas en la vida del ciudadano? La tolerancia religiosa, primer punto de todos los principios civiles, no anula el laicismo. Al contrario, es el laicismo que la garantiza. (…) ¿Nos importa ni siquiera eso, tontos? Yo soy atea, gracias a Dios. Racionalmente, por lo tanto irremediablemente atea. Y no tengo alguna intención de ver mi racionalismo, mi ateísmo, ofendido y perseguido y castigado por los nuevos Inquisidores a la Tierra. (...) Razonar con ellos, impensable. Tratarlos con indulgencia, tolerancia o esperanza, un suicidio.

Tilda a los periodistas de "mercaderes de palabras" y se dirige al lector como "Querido sostenedor de Las-Dos-Culturas".

Acostumbrados como estáis al doble juego, cegados como estáis por la miopía, no entendéis o no queréis entender que nos han declarado una guerra de religión. (…) Que puede ser que no aspire a conquistar nuestro territorio, pero mira a la conquista de nuestras almas. A la desaparición de nuestra libertad, de nuestra sociedad, de nuestra civilización. Es decir, al aniquilamiento de nuestra manera de vivir o de morir, de nuestra manera de rezar o no rezar, de pensar o no pensar. De nuestra manera de comer y beber, de vestirnos, divertirnos, informarnos… La Yihad vencerá. Vencerá y destruirá el mundo que bien o mal hemos logrado construir, cambiar, mejorar, hacer un poco más inteligente. (…) Destruirá en suma nuestra identidad, nuestra cultura, nuestro arte, nuestra ciencia, nuestra moral, nuestros valores, nuestros principios, nuestros placeres…

El mismo día del atentado en Algeciras un palestino acuchilló a diez personas en un tren hacia Hamburgo. Otro yihadista fue detenido en Gerona. Por no hablar del ataque al escritor Salman Rushdie o de los ajusticiamientos tras la celebración del Mundial de Catar. Hace unos días, el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Hosein Salamí, amenazó a la revista francesa Charlie Hebdo. Está pasando.

Fallaci, que falleció en 2006, ha cruzado la línea de lo políticamente incorrecto y para la mayoría de nuestros twitteros, columnistas y líderes espirituales de la Carrera de San Gerónimo, sin duda, estará en el mismo plano de locura que Yassine Kanjaa, atentando, ella sí, contra la convivencia. Qué cómodo todo.

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