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Póster En la mente del asesino

¿Se acuerdan de El coleccionista de amantes y La hora de la araña? En la mente del asesino es, aunque no lo parezca, un nuevo capítulo y a la vez reinicio de aquellas correctas cintas de suspense protagonizadas por el siempre sólido Morgan Freeman. Alex Cross era el nombre de su personaje y, también, el título original de la que ahora se estrena, un thriller que intenta ser el relato de los orígenes del psicólogo forense creado por el escritor James Patterson, papel desempeñado entonces por Freeman, y que aquí es recogido por primera vez (y a tenor de los resultados, última) por la estrella nacional Tyler Perry, aquí encarnando a Cross trabajando para la policía antes de ingresar en el FBI. Y sí, han leído bien: he escrito intenta.

Antes que nada: Perry es una personalidad singular que, sin duda, se merece unas líneas. Escritor, showman, activista social y cineasta, el nuevo intérprete de Alex Cross (quien, por cierto, sustituyó al inicialmente previsto, el infinitamente superior Idris Elba, visto en The Wire y Prometheus) es el principal responsable de una serie de largometrajes de éxito en Estados Unidos pero absolutamente desconocidos fuera de aquel país, como son la serie del personaje de Madea (en la que Perry aparece travestido en una veterana ama de casa de color) o la generada a raiz de Why did I get married? Entre unas y otras, hablamos de nada menos que más de una docena de comedias siempre destinadas a la audiencia negra, familiar y obrera estadounidense, que acude en masa cada vez que una se estrena (cosa que, por lo visto, sucede varias veces cada año)... pero que no interesan a nadie más.

Quizá ahí, en el carácter local de la fama de Perry, reside el germen del cambio de título en España de Alex Cross, en cuyo póster patrio sólo destaca la presencia como villano del galán televisivo Matthew Fox. El Jack Shepard de la nunca bien ponderada serie Perdidos aparece reconvertido en asesino gracias a una radical transformación física por obra y gracia de la dieta, el gimnasio y las necesidades del guión en lo que es, de todas formas, el gran punto de interés de la película de Rob Cohen. No obstante y a pesar del esfuerzo del actor, Cohen, viejo zorro curtido en la televisión de los setenta y ochenta en cuya filmografía se encuentra algún que otro placer culpable (nunca me oirán una palabra en contra de The Fast and the Furious o Pánico en el túnel, qué le voy a hacer...), factura aquí lo que es -no sé cómo decirlo-... la que probablemente sea una de las películas de estudio más bobas del año en curso.

En la mente del asesino tiene todas las características de una mala película: guión amateur, mala dirección, un ritmo entre vacilante y apresurado, y para colmo, un acento en los aspectos más moralistas del relato que en manos de su director resulta incompatible con la oscuridad que se le presume a la cosa. Cohen desaprovecha todo el material en base a un guión con el que –hay que reconocerlo- tampoco podía hacer mucho más. En la mente del asesino resulta a la vez puritana y chabacana, histriónica y aburrida, formularia pero sobre todo, torpe, muy torpe.

Un primer acto desastroso que no captura, un desarrollo fundamentado únicamente en un espectacular volantazo de guión (que incluye la muerte de algunos de los personajes principales) y que sustituye cualquier asomo de desarrollo, y un desenlace que opta por la acción en su vertiente más gastada, en tanto aparece combinada un exceso de cháchara moralista, son las únicas credenciales de una cinta que deja atrás todas las (acomodaticias) virtudes de los largometrajes protagonizados por Freeman, que al margen de sus trampas eran un entretenido remedo de Seven, protagonizada por él mismo. Aquí no hay ni siquiera eso, referente. En la mente del asesino carece de suspense –al fin y al cabo, conocemos al asesino desde la segunda secuencia - y de hecho tiene más elementos en común con los productos de videoclub de Van Damme, Seagal y compañía, que con los correctos thrillers facturados por Paramount a lo largo de los noventa. Lo dicho: una pena.

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