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Juan Manuel González

Crítica: 'Un don excepcional', con Chris Evans

¿Qué hacer con una niña prodigio? Convencional pero muy, muy agradable, 'Un don excepcional' es un drama que se disfruta.

Cuídense de las películas de etiqueta indie que comienzan con unos sencillos y cálidos acordes de guitarra. Un don excepcional es de esas películas, pero afortunadamente, el director Marc Webb logra esquivar, o al menos gestionar adecuadamente, algunas (aunque no todas) de las trampas que le tiende el género del melodrama familiar barato. Sin rehuir por completo la cursilería, la película narra la historia de Frank, un solitario que debe hacerse cargo de Mary, su sobrina superdotada, ante la inesperada muerte de su hermana.

Hay varias cosas que resultan interesantes en la película de Webb. La primera es que, en su regreso al cine de menor presupuesto tras sus irregulares aportaciones en la saga Spider-Man (un servidor, sin embargo, admira gran parte de lo conseguido en la primera de ellas) en realidad no se distancia demasiado del trayecto vital narrado en aquellas cintas de superhéroes. Lo que precisamente trata Un don excepcional es, en realidad, cómo la película presenta a un ser humano con eso, un don excepcional, que debe decidir qué hacer con él... si bien esta vez aplicado a una atmósfera cotidiana y de clase baja, sin aderezos fantásticos.

Lo que no quiere decir que el filme haga gala de un cierto romanticismo, que navega entre lo típico y lo realmente emotivo (precioso, en este sentido, el plano con Frank y Mary conversando sobre Dios y la muerte, recortados frente al sol) y que proporciona suficiente magia como para adornar el naturalismo de la propuesta, que aunque cae en el género judicial en su último tercio, consigue remachar bien un par de ideas. ¿Qué hacer con Mary, reforzar lo que hay de diferente en ella, o permitirla mezclarse con lo "normal"? Y, en última instancia, ¿qué es eso, lo "normal"? En definitiva: ¿Integrarse, o destacar?

El filme concluye que, en todo caso, ninguna de las opciones resulta incompatible con la humanidad y ahonda en, precisamente, los deseos y fracturas de un personaje invisible, Diane, que acaba resultando tan protagonista del relato como Frank y Mary. Y aquí entra su excelente reparto, encabezado por un Chris Evans que vuelve a demostrar que hay vida tras el Capitán América, que es un intérprete capaz de otorgar dignidad y autoridad a más papeles, como también la pequeña McKenna Grace, jamás una niña repelente pese a la frialdad solo aparente del personaje. Si bien Webb no logra llevar más allá el filme de lo que parece haber en su correcto guión, Un don excepcional se ve muy bien, y se recomienda mejor.

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