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Enrique Navarro

Cuando el hombre se hizo dios

Donde ha habido oportunidad para un conflicto se ha producido y no encuentro una sola posibilidad en la que el arsenal nuclear haya evitado una guerra

El seis de agosto de 1945, a las 8:15 horas de la mañana, una superfortaleza B-29 dejaba caer sobre la ciudad de Hiroshima a Little Boy, la primera bomba atómica utilizada militarmente contra una población civil. Fue lanzada desde una altura de 9.740 metros y tardó cuarenta y tres segundos en explotar. Aunque solo se fisionó el 2% de la carga nuclear, produjo la muerte directa de ochenta mil personas. Tres días más tarde Estados Unidos lanzaba su segunda bomba sobre Nagasaki provocando la inmediata rendición del imperio japonés y el final de la Segunda Guerra Mundial que costó la vida a cincuenta y cinco millones de personas y más de cien millones de heridos.

El universo, según nos dice la ciencia moderna, nació de una fisión nuclear y ahora el hombre había conseguido reproducir de forma maligna el dedo creador de Dios y se arrogaba el poder de acabar con todo rastro de vida en el planeta; ni siquiera Lucifer pudo imaginar semejante poder al servicio del mal. Nunca hasta ese día el hombre se había atrevido a compararse con el Creador; desde ese día se sintió superior al él y se erigió en Dios de la muerte.

En estos setenta años ocho países se han sumado al elitista club nuclear; entre ellos países tan pacíficos, estables y democráticos como Corea del Norte, China, Rusia y Pakistán. Todavía hoy existen más de siete mil cabezas nucleares, suficientes para acabar con la vida en el planeta varias veces; ¿Cabe mayor estupidez?

Durante este tiempo la era nuclear se ha analizado desde muchos y diversos puntos de vista; desde la politología, la filosofía, la ética, la economía. Se ha estudiado el bombardeo de Hiroshima desde múltiples puntos de vista, y parece que todo está dicho sobre esta locura que envuelve al mundo desde hace hoy setenta años. Sin embargo, hay dos aspectos que traigo a colación para su análisis.

En primer lugar, ¿realmente ha existido una amenaza nuclear? ¿Ha habido algún político o gobierno en esta historia que hubiera utilizado las armas nucleares? ¿Alguna persona realmente hubiera osado compararse a Dios provocando el fin de la especie humana, apretando el supuesto botón nuclear?

Durante siglos, el hombre ha utilizado la violencia contra otros pueblos en la convicción de la victoria; pero ¿alguien se hubiera decidido a un ataque nuclear en el que no hay victoria posible?; o más bien, ¿alguien pensó que podría vencer en una guerra nuclear? Cada vez soy más escéptico sobre este hecho potencial. Viendo que los políticos apenas pueden tomar decisiones condicionados por cuestiones menores comparadas con la amenaza nuclear como el medio ambiente o una manifestación de afectados por desahucios, no adivino un escenario que provocara una catarsis nuclear. ¿La defensa de Marx o Adam Smith, de Alá o de Dios lo justificaban? Si esta tesis es cierta, ¿para qué construir más de veinte mil cabezas nucleares? La única conclusión es que durante setenta años las potencias nos han tomado el pelo y han creado un selectivo club de potencias capaces de destruirnos a todos teóricamente y se han erigido por ello en los vigilantes del mundo. Estados Unidos tuvo la opción de una victoria nuclear tras el final de la Segunda Guerra Mundial y no lo hizo; de manera que creo que la Guerra Fría ha sido la mayor excusa para mover piezas en el tablero de ajedrez mundial sin dar opción a otros muchos jugadores. Como consecuencia indirecta de esta afirmación, no fue la guerra de las galaxias la que terminó con la Guerra Fría, fue el colapso de la economía comunista y el fortalecimiento moral de Occidente; es decir, la convicción de que la victoria del comunismo no era posible en el mundo, como quizás algún día soñaron los líderes soviéticos.

La segunda cuestión es ¿qué habría pasado durante estos setenta años si no hubieran existido armas nucleares? ¿Hubiera Rusia invadido Europa o se habrían producido más conflictos? Mi respuesta es también muy negativa. Donde ha habido una oportunidad para un conflicto militar se ha producido y no encuentro una sola posibilidad, aunque sea remota, en la que el arsenal nuclear haya evitado una guerra. Rusia invadió Checoslovaquia y Hungría y no se produjo reacción de Occidente. El armamento nuclear ha sido el gran juego de las grandes potencias para hacer respetar un status quo que se ha roto con el mundo multipolar. Hoy preocupa más la capacidad nuclear de países como Corea del Norte o la posibilidad real de una bomba sucia utilizada por terroristas que la de un ataque organizado de China o Rusia. El lenguaje de las bombas atómicas ha sido muy eficiente pero como instrumento de poder. Cuando Rusia pretendió instalar misiles nucleares en Cuba ¿realmente pensaba usarlos o lo hacía como reacción a los despliegues nucleares junto a su frontera? Pasamos de la diplomacia de las cañoneras a la de la bomba atómica, mucho más eficiente en sus resultados.

Un claro compromiso de las grandes potencias para terminar con la proliferación nuclear siguiendo el ejemplo que esperemos sea positivo de Irán es la mayor garantía para evitar que un país sin los adecuados controles democráticos pueda amenazar a todo el planeta. Y éste debería ser el primer objetivo que la comunidad internacional y en particular los países con asiento permanente del Consejo de Seguridad, los del selecto club nuclear, se pusieran hoy como meta: desmantelar la capacidad nuclear de India, Corea del Norte, Pakistán e Israel como primer objetivo para este aniversario fatídico. La segunda meta que deberían proponerse los cinco grandes países es dotarse de la capacidad para destruir al planeta sólo una vez y destinar los inmensos ahorros derivados para contribuir a la paz y la seguridad mundial. No tiene sentido continuar con esta estupidez más tiempo y ya es hora que los que nos llamamos civilización lo demostremos con hechos.

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