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"La tolerancia" de Mario Vargas Llosa

Recibió el "Premio a la Tolerancia" en 2007 en Barcelona, precisamente porque recibir en vida el reconocimiento a tal virtud cívica es una dignidad reservada sólo a los elegidos

Recibió el "Premio a la Tolerancia" en 2007 en Barcelona, precisamente porque recibir en vida el reconocimiento a tal virtud cívica es una dignidad reservada sólo a los elegidos
Mario Vargas Llosa. | David Alonso Rincón

Mario Vargas Llosa es más mortal, en el buen sentido de la palabra, de lo que se le diviniza en su muerte. De hecho, recibió el "Premio a la Tolerancia" en 2007 en Barcelona, precisamente porque recibir en vida el reconocimiento a tal virtud cívica es una dignidad reservada sólo a los elegidos. Mas allá del reconocimiento literario por lo que fue y es grande.

Nos recordaba esa mirada sobre la talla moral de Mario Vargas Llosa Cayetana Álvarez de Toledo en su reseña de El Mundo ("Una cordialidad en un mundo de matones") por su compromiso con la libertad y la tolerancia. Lo demostró una vez más en la mítica manifestación del 8 de Octubre de 2017 contra el intento de unos catalanes de extranjerizar a otros, aceptando poner su prestigio en defensa de la libertad mientras los equidistantes exquisitos volvían a camuflarse según conveniencia.

Como Cayetana entonces, tuve el inmenso atrevimiento muchos años antes de pedirle a Mario Vargas Llosa que nos prestara su prestigio, su ejemplo para legitimar la lucha que manteníamos cuatro gatos contra el nacionalismo catalán. Y como Cayetana, comprobé agradecido la generosidad y autenticidad del héroe. Fue en 1995, a través del liberal Alejo Vidal Quadras, por entonces presidente del PP catalán y enemigo público número uno del pujolismo. En mi atrevimiento, pretendía hacerle llegar el libro Extranjeros en su país y el bueno de Alejo se avino a escribirle para que acogiera con cariño la advertencia que dos años antes había descrito en ese ensayo novelado sobre la situación de apartheid lingüística en Cataluña. Esta fue la carta de Alejo:

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Y Mario Vargas Llosa tuvo la deferencia de tomarla en cuenta con su propio compromiso. Algo digno de elogio, porque al fin y al cabo, estaba tomando en serio a unos cuantos idealistas de la Asociación por la Tolerancia (ahora diríamos "cancelados") que estábamos luchando a brazo partido contra la dictadura silenciosa del nacionalismo catalán. Lo cual le acarrearía el sambenito de facha por parte de los Puigdemont de guardia.

13 años después, 2007, la asociación le reconocería el detalle con el Premio a la Tolerancia. Me remito a la reseña que hice en Historia a la Resistencia al Nacionalismo en Cataluña en 2013 a propósito de este premio y su discurso:

Aún faltaban tres años para ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura, pero Mario Vargas Llosa era ya un viejo conocido de Tolerancia. En 1995 le había escrito y enviado un ejemplar de ‘Extranjeros en su país’, estaba muy al corriente de la actualidad catalana y era muy beligerante con el nacionalismo. A través de su amigo Vidal-Quadras mantuvimos una entrañable relación sellada definitivamente con el 13º Premio a la Tolerancia.

El jurado destacó su fuerte apuesta en la defensa de la libertad, de los derechos humanos y del constitucionalismo; por su independencia intelectual, anteponiendo la buena argumentación a las consignas de moda; por su empatía con los desfavorecidos; por su valentía al asumir compromisos dictados por su conciencia, aunque le hayan supuesto algún perjuicio personal. En definitiva, por toda una vida lanzando la mirada aguda y atenta a lo que pueda suponer un peligro para la ciudadanía democrática y libre y descubriéndonoslo con una pluma portentosa...

Le acompañó su inseparable esposa, Patricia, e hizo un discurso muy hermoso. Cuando uno se cruza con personalidades tan sumamente cultas, parece que la existencia se torna más descifrable y los problemas menores, pero solo es un espejismo. Las sociedades cerradas no admiran la inteligencia, y la sociedad catalana lo era sin admitirlo. Una desgracia si cabe, mayor.

Su discurso de agradecimiento es una joya en sí misma. Como tantos otros discursos de premiados y responsables de Tolerancia. Por ser imposible incluirlos enteros, todos pierden nitidez al entresacarlos, pues disipan el matiz y la complejidad. Es una lástima. En la página web de Tolerancia pueden, quien lo desee, saborearlos en toda su intensidad.

De forma exquisita nos dejó dicho que la tolerancia fue sin duda el más grande descubrimiento de la evolución para lograr una convivencia en paz, y enseguida pasó a relatarnos cómo se puede perder, ya que nada es definitivo en la vida. Nos recordó cómo uno de los mejores periodos de su vida, los cinco años vividos en Barcelona, cuando el franquismo daba sus últimos coletazos y Barcelona se había convertido en la ciudad de la libertad: "Barcelona fue en esos años, y creo que todo el mundo lo reconoce, la verdadera capital cultural de España; fueron unos años de apertura y coexistencia en la diversidad. Aquí, atraídos por la vivísima actividad cultural, editorial principalmente, vinieron muchos escritores, como yo, latinoamericanos, y también de otras partes, pero fundamentalmente latinoamericanos, porque el clima que reinaba en Barcelona nos hacía sentirnos a todos en nuestra casa. Había un acercamiento con los escritores españoles, que venían también a Barcelona de muchas partes de España atraídos por este mismo clima, y aquí nos hermanábamos y nos sentíamos miembros de una enorme, rica y diversa familia unida por el amor a la libertad y por el amor a la cultura. Todos quienes vivimos de cerca, de dentro, esos años, pensábamos que una vez sobrevenida la democracia y la libertad, Barcelona seguiría en la vanguardia de la gran transformación de España en una sociedad libre, democrática, abierta y creativa. Una de las mayores sorpresas de mi vida ha sido ver que no ocurría eso sino más bien lo contrario [...] ¿Cómo es posible que una ciudad, la más europea que tenía España, una ciudad con una tradición riquísima de cosmopolitismo, de artistas enloquecidos —en el mejor sentido de la palabra— que trajeron el mundo a Barcelona y que llevaron Barcelona al mundo entero, por su visión universal, por su rechazo de toda forma de provincianismo, pueda haberse convertido en un centro donde el nacionalismo político tiene prácticamente cancha libre? [...] El nacionalismo es el gran enemigo de la libertad y de la cultura democrática en nuestro tiempo. [...] Por eso hay que combatir el nacionalismo y hay que combatirlo, fundamentalmente, desde la razón y no desde el dogmatismo, y no, desde luego, desde otro nacionalismo. Por eso, la labor que hacen Vds. es una labor magnífica y merece todo el respeto y el apoyo de quienes creen en la democracia y en la libertad. [...] Que Barcelona, con el crecimiento de los nacionalismos en España, se haya convertido en una ciudad donde reina la intolerancia, donde hay discriminación contra los ciudadanos que se enfrentan a los nacionalistas, es una aberración".

El escribidor, como él gusta decir al escritor, valiente y decidido no dudó en nombrar a la bicha que tantos colegas suyos en Cataluña callan: "El catalán fue, en muchos momentos de la historia de España perseguido, discriminado, sí. ¿Eso justifica que, desde la cultura catalana, se pueda discriminar o minusvalorar la cultura castellana? no".

Se lo agradecimos muy especialmente, sabíamos cuánto costaba decir lo que él había dicho, sin temores ni prebendas, libre.

A su lado en la cena, disfruté como nunca había hecho en otro premio. Escuchar, ¡qué gran placer! escuchar y aprender de quién realmente tiene algo que decir y ante quien es un placer callar. Paradoja absurda en una sociedad donde siempre he tenido la necesidad de contradecir al poder, porque lo dicho solía ser ignorancia y a menudo, obscenidad". (Págs.401,402,403)

Vendrían muchas más batalla culturales junto a él, casi siempre de la mano de Cayetana Álvarez de Toledo. Descanse en paz, que se la ha ganado a pulso.

PD: Les incito a que escuchen el discurso completo sobre la Tolerancia de Mario Vargas Llosa en la recogida del XIIIº Premio a la Tolerancia (2007). Merece la pena en estos tiempos bárbaros. Y si les sigue apeteciendo, el discurso de agradecimiento como Premio Nobel de Literatura(2010).

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