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El BCE se enfrenta al Ecofin y exige sanciones duras y automáticas

Este lunes, los ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) se reservaron un veto sobre las multas de la Comisión por incumplir el Pacto de Estabilidad. Era justo lo que querían Francia y España. Al BCE no le ha gustado y ya ha pedido sanciones automáticas.

El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido dar un golpe encima de la mesa y enfrentarse a los países de la Eurozona. Después de muchos meses discutiendo qué hacer con aquellos estados que incumplieran el Pacto de Estabilidad, el pasado lunes, los ministros de Finanzas de la UE acordaron que sería la Comisión Europea la que tendría la iniciativa para imponer sanciones, sin necesidad de que lo aprobase el Consejo (que reúne a los estados miembros).

Sin embargo, aunque este hecho fue considerado como un paso adelante por aquellos que querían una disciplina más estricta dentro de la Eurozona, el texto final quedó muy rebajado, pues se incluyó una disposición que permitirá a los estados vetar –por mayoría cualificada- las sanciones. Es decir, que no habrá multas automáticas a los países que incumplan de forma reiterada los límites del Pacto de Estabilidad -3% de déficit público y 60% de deuda- y, además, las sanciones que se impongan podrán ser revocadas. Alemania, la gran defensora de una disciplina más estricta, era la gran perdedora del acuerdo, del que salían reforzados Francia y España, que temían entregar ese poder a la Comisión.

Pero quizás al que menos le ha gustado todo este tejemaneje ha sido al BCE. Los miembros de la autoridad monetaria, encargada de mantener la disciplina en la eurozona, quería que los países díscolos pagasen, puesto que creen que es la única manera de mantener una política creíble y de que los que cumplan no sientan que son los pagadores de los dispendios de otros. Desde que estalló la crisis griega, han sido numerosas las voces que han alertado de que los contribuyentes alemanes podían acabar pagando por el derroche de los ejecutivos de Grecia, España o Portugal.

Este jueves, tanto Jean-Claude Trichet como Jürgen Stark, presidente y miembro de la Junta Ejecutiva del BCE, han expresado su preocupación por el nuevo pacto entre los gobiernos de la eurozona. El presidente del BCE, que se había mostrado partidario, incluso, de suspender el derecho de voto en los consejos de ministros de la UE, ha incluido una nota a pie de página del acuerdo final en la que se dice que "no suscribe todos los elementos de este informe".

Pero si Trichet ha sido duro, mucho más contundente se ha mostrado Stark, uno de los elementos más influyentes del BCE y fiel seguidor de la línea dura alemana. En un artículo publicado en prensa este mismo jueves, el miembro de la Junta Directiva critica con contundencia el acuerdo, hace un balance demoledor de cómo se ha llegado a la situación actual y advierte de que no se saldrá de la misma sin medidas "más estrictas". Es decir, que la parte germana del BCE no ha tirado la toalla y seguirá luchando por cambiar el acuerdo firmado esta misma semana. Y todo ello a apenas un año del cambio de timón en el Banco.

El artículo de Stark

"En la zona euro se debe reconocer la realidad económica y aplicar normas presupuestarias más estrictas". Así, se expresa en el primer párrafo de su artículo Stark que, a lo largo de una columna no especialmente larga, por otra parte, tiene tiempo de pedir "una supervisión macroeconómica y fiscal libre de consideraciones políticas, normas presupuestarias más estrictas y vinculantes, sanciones más ágiles en caso de infracción y una estrecha coordinación de las políticas económicas".

El alemán no se muerde la lengua y culpa de la situación actual a la falta de credibilidad de la eurozona, que hizo que el mercado "calculara muy mal el riesgo o nunca tomaran en serio las cláusulas de no rescate"; critica a las instituciones por volverse "dependientes de consideraciones políticas de corto plazo" y señala a los gobiernos, al acusarles de diluir las "reglas del Pacto de Estabilidad" y no contar "con estadísticas fiables".

Como resumen, Stark pide, "para que la sanciones sean creíbles", que se pongan en marcha "mucho antes de que un país tenga dificultades económicas". Además, "su rigurosidad debe ir en aumento según el tiempo y la gravedad con que se haya infringido una norma".

Es decir, que el BCE pide más sanciones, de más cantidad, que se mantengan durante más tiempo y que no puedan evitarse. Y España sigue siendo el país de la eurozona que peores perspectivas de déficit tiene de aquí a 2013 con la excepción de Irlanda. No es extraño que Salgado, el lunes, respirase aliviada.

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