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El rescate de Irlanda puede tener los días contados

El Parlamento irlandés acaba de aprobar el plan de rescate internacional. Sin embargo, las condiciones podrían cambiar radicalmente en apenas un mes. La oposición, que rechaza el rescate, tiene muchas posibilidades de alcanzar el poder en las elecciones del próximo enero.

El Parlamento celta (Dáil) aprobó este miércoles en votación el acuerdo sellado por el Gobierno con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a un plan de rescate valorado en 85.000 millones de euros, al que Dublín contribuye con 17.500 millones (procedente en su mayor parte de la hucha pública de los pensionistas irlandeses).

Sin embargo, el citado acuerdo corre el riesgo de expirar en apenas un mes, en función del resultado de las próximas elecciones generales, cuya celebración está prevista para enero. Y es que el rescate fue aprobado por la mínima, con 80 votos a favor y 75 en contra. Dublín salvó la votación gracias al apoyo de algunos diputados independientes. El Parlamento aprobó así el denominado "Memorándum de Entendimiento" acordado entre el Gobierno celta y la UE y el FMI el pasado 28 de noviembre.

Sin embargo, los partidos de la oposición rechazaron en bloque el citado plan. De este modo, la probable subida al poder de estas formaciones amenaza con modificar e, incluso tumbar el plan de salvamento acordado en caso de que mantengan su actual posición al respecto. Su rechazo al actual rescate es frontal. Durante la votación, los líderes de la oposición volvieron a reiterar las duras críticas lanzadas durante el complejo y arduo proceso de negociación que mantuvo el actual Gobierno con los representantes de Bruselas y el FMI.

"Robo" y "trampa"

La oposición irlandesa lleva varias semanas calificando de "robo", "atroz" y "trampa" las condiciones impuestas. Tales partidos acusaron al Gobierno de "vender" el país y negociar un acuerdo "atroz", por el que Irlanda accederá a los fondos durante los próximos tres años a fin de evitar la quiebra (default).

En concreto, el principal partido de la oposición, el conservador Fine Gael, aseguró que la ciudadanía tiene "todo el derecho a estar asustada y preocupada por el futuro", después de que el Gobierno haya "vendido el país bajo unas condiciones deplorables". En un comunicado lanzado tras el rescate pactado por Dublín, su portavoz de Economía, Michael Noonan, indicó que el tipo de interés que se aplicará al programa de asistencia financiera, estimado en torno al 5,8% y a devolver en siete años y medio, es "demasiado alto y roza lo inasumible", lo que evoca al fantasma de la suspensión de pagos.

"Es preocupante -prosiguió- la falta de detalles significativos sobre los planes de reestructuración de los bancos. Una gran parte de la Reserva del Fondo Nacional de Pensiones y otros fondos domésticos irán a parar a un agujero negro para recapitalizar los bancos".

Asimismo, para el Sinn Fein, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), el acuerdo es "terrible", al tiempo que calificó de "robo" la contribución irlandesa al programa (17.665 millones de euros) para "salvar a los banqueros" con los ahorros del Estado y de los Fondos de Pensiones. Su presidente, Gerry Adams, advirtió de que las consecuencias para la "gente ordinaria serán profundas y resultarán en recortes enormemente dañinos para los servicios públicos, las prestaciones sociales y los salarios", informa Efe.

Por su parte, el Partido Laborista irlandés, tercera formación nacional, consideró que el acuerdo dejará al país "roto" a medio plazo. Su portavoz de Finanzas, Joan Burton, advirtió de que Irlanda quedará "maniatada" cuando se le agoten las reservas con las que tiene que contribuir al programa de ayuda. "Entonces -dijo-, la trampa se cerrará y estaremos rotos. La UE y el FMI nos tienen cogidos por donde querían."

Desde entonces, tanto el FG como los laboristas, posibles socios en el próximo Gobierno de Dublín, insisten en que renegociarán el acuerdo si acceden al poder en las próximas elecciones generales, previstas para enero.

Desplome electoral de Cowen

Las últimas encuestas son elocuentes al respecto. Tan sólo el 8% apoya la posición del actual Gobierno de Dublín, mientras que un abrumador 90% rechaza la actuación de Cowen. El partido que ostenta el poder se desploma en la intención de voto, alcanzando el menor apoyo electoral desde 1982.

Por el contrario, el conservador Fine Gael se convertiría en la mayor fuerza política del Parlamento por primera vez en su historia si hoy se celebraran elecciones. Según esta misma encuesta, su alianza con los laboristas les otorgaría el 55% de los votos. Así pues, todo apunta a un cambio de Gobierno, que abriría la espita a un nuevo rescate o bien a una suspensión de pagos similar a la efectuada por Islandia (que su banca, hoy nacionalizada, no devuelva toda su deuda o alargue el pago de la misma).

En este sentido, el afamado inversor George Soros advierte de que, efectivamente, el plan de rescate será renegociado y, por tanto, modificado, en cuanto se forme el nuevo Gobierno. Soros coincide con la oposición celta en que Irlanda "está obligado a repudiar" las actuales condiciones del rescate, ya que es insostenible para sus cuentas públicas. Es decir, pese al rescate, Soros señala que Irlanda acabará suspendiendo pagos. De ahí, precisamente, que el plan no haya calmado lo más mínimo la tormenta financiera que sufre la deuda pública irlandesa.

Protestas y disturbios en Grecia

Las altas tasas de interés del préstamo hacen casi imposible el aumento de la competitividad irlandesa, y supondrán una losa muy difícil de solventar, según Soros. Así, "las divergencias seguirá aumentando y los países más débiles seguirán debilitándose". De hecho, el "resentimiento mutuo entre acreedores y deudores es susceptible de crecer y hay un peligro real de que el euro pueda destruir la cohesión política y social de la UE", advierte. Por ello, según Soros, Dublín debe dejar caer a su banca, y que los acreedores foráneos asuman el coste.

Irlanda no es el único país rescatado que se enfrenta a tal disyuntiva. Desde que Grecia aceptó la ayuda internacional para evitar su bancarrota, las protestas, huelgas y manifestaciones no han dejado de producirse. De hecho, la tensión social no ha hecho otra cosa que crecer por momentos. Valga como ejemplo los graves disturbios de este miércoles.

Grecia se enfrentó ayer a su octava huelga general, convocada por los sindicatos contra las medidas de austeridad impuestas por el Gobierno socialista griego a cambio del rescate de la UE y el FMI. Las brigadas antidisturbios se enfrentaron cuerpo a cuerpo con grupos de radicales que durante la manifestación en torno al Parlamento griego se salieron de las filas y lanzaron piedras, cócteles molotov y bombas incendiarias contra los agentes. El diputado conservador y ex ministro de Transporte Costis Hatzidakis fue herido en la cabeza y la policía tuvo que custodiarlo para alejarse del lugar de los hechos.

Los manifestantes expresaron su ira contra las reformas del primer ministro, Yorgos Papandréu, que sigue un programa de recuperación presupuestaria de tres años para alejar al país del riesgo de la quiebra. "Ladrones. Ladrones. Devuelvan el dinero del pueblo". "Papandréu, el pueblo no te quiere. Vete del país", coreaban otros. ¿Aguantrá Atenas la presión?

La zona del euro, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prestaron a Grecia 110.000 millones de euros hace nueve meses a cambio de severos cambios en la economía.

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