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El separatismo pide a Puigdemont que vuelva y presida él desde la cárcel

ERC, CUP, CDR, ANC y PDeCAT rechazan el plan B del preso Sànchez y aplazan la constitución de la corte de Waterloo.

ERC, CUP, CDR, ANC y PDeCAT rechazan el plan B del preso Sànchez y aplazan la constitución de la corte de Waterloo.
Roger Torrent, con Carles Puigdemont | EFE

La CUP reclama su cuota de protagonismo en el esperpento catalán con la negativa a avalar el endeble principio de acuerdo entre ERC y Junts per Catalunya para arrancar la legislatura. Casi nadie duda de que al final habrá un pacto con el apoyo de los anticapitalistas, pero no es en absoluto descartable que el bloqueo actual precipite una repetición de las elecciones, opción con la que Puigdemont amenaza a ERC ante cada objeción republicana a sus fantasiosos proyectos.

Los cuperos no rechazan sólo la propuesta de investir a Jordi Sànchez, el exjefe de la ANC y número dos de la lista del expresidente fugado, sino el arreglo entero y especialmente el montaje de una corte en Waterloo para Puigdemont. No es momento para presidencias y gobiernos simbólicos, aducen los cuperos, que reprochan a ERC y Junts per Catalunya su "sumisión al marco autonómico y el 155".

Además y por primera vez desde que se fugó a Bélgica, Puigdemont topa con la oposición de las bases del separatismo. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) lamenta el "espectáculo" de los partidos y censura el teórico paso a un lado de Puigdemont. La misma organización que dirigía Jordi Sànchez es contraria a que su expresidente preso (dejó el cargo ya en la cárcel para presentarse a diputado) opte a la presidencia por encargo de Puigdemont y prepara una oleada de manifestaciones en defensa de la república o república, el común denominador en público.

El plan de Puigdemont para acentuar las supuestas contradicciones del Estado con un candidato en prisión provisional no ha colado ni en la organización de Sànchez, superada en capacidad de agitación por los Comités de Defensa de la República (CDR), manejados por militantes de la CUP, y que en un par de semanas debe elegir a su nuevo jefe. El separatismo exige a Puigdemont que vuelva, tal como prometió en campaña, y presida la Generalidad desde la cárcel como pretende que lo haga Sànchez. ERC, CUP y la ANC no compran el plan B de Sànchez cuando el protagonista podría ser el propio Puigdemont retornado, número uno de la segunda lista más votada, primera entre las opciones separatistas.

Revisión del calendario

La bronca entre las diversas facciones separatistas obliga a revisar el calendario parlamentario, una agenda doble en Bruselas y Barcelona. No es previsible que la primera reunión de la "asamblea de representantes de la república" se celebre este lunes, ni que los electos separatistas "invistan" a Puigdemont "presidente del consejo de la república" el mismo día como antesala de la unción de Sànchez en el parlamento catalán. El entusiasmo de ERC y la CUP con la Generalidad paralela en el exterior es nulo.

En principio, el republicano Roger Torrent, presidente de la cámara autonómica, abrirá la semana con una nueva ronda de contactos con los grupos, formalidad imprescindible en la que Junts per Catalunya candidateará a Sànchez si se mantiene lo dicho el jueves por Puigdemont. Pero la propuesta no sólo topa con el rechazo del resto de los actores separatistas, sino con las dificultades jurídicas de optar a la investidura desde la cárcel y las logísticas de presidir los consejos ejecutivos de la Generalidad en esas condiciones.

La cuestión de los plazos ha pasado a un segundo plano a la espera de que el Tribunal Constitucional resuelva los contenciosos planteados por el Gobierno, el Parlament y la oposición. El "tiempo muerto" es gasolina para Puigdemont y sus diputados, que no contaban, sin embargo, con las abruptas reacciones de la CUP y la ANC. El "consejo político" de los antisistema se opone a la última "idea" de Puigdemont tras haberlo consultado de manera informal con sus bases.

Cuatro votos imprescindibles

Se repone la película de la eliminación política de Artur Mas como apertura de la pasada legislatura. Los cuatro diputados de la CUP vuelven a ser claves. Junts per Catalunya y ERC suman 66 diputados, pero 64 votos dado que Puigdemont y Toni Comín (en principio de ERC) no pueden delegar su voto desde el "exilio", a diferencia de lo que ocurre con los encarcelados Oriol Junqueras y Sànchez. Si la CUP y los podemitas de Catalunya en Comú se abstienen, el voto contrario de Ciudadanos, PSC y PP tumbaría la candidatura de Sànchez.

ERC y los de Puigdemont siguen negociando en un clima de total desconfianza y reproches nada velados. Los republicanos proponen un día a Junqueras y al siguiente aceptan lo que diga Puigdemont. La CUP ha dejado a todos en fuera de juego y aún le queda el comodín de montar una votación asamblearia. Eso sin contar que no es que rechacen el nombre de Sànchez, contra el que dicen que no tienen nada, sino que refutan la nueva "hoja de ruta" y el programa de gobierno "antisocial" y "capitalista".

Paso al frente

Para la CUP, los CDR y la ANC, la desobediencia es el camino y la Generalidad en Waterloo supone una capitulación en toda regla. Los "abertzales" cuperos sostienen que basta con Anna Gabriel acomodada en Ginebra para internacionalizar el "conflicto" y que ERC y las facciones convergentes deben ir al choque con el Estado sin disimulos en la confianza de que las movilizaciones callejeras propicien el advenimiento de la república. Todos aprovechan la última ocurrencia del fugado para reprocharle su tren de vida en Bélgica y exigirle "más coraje y menos postureo". Un paso al frente en vez de a un lado.

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