La invasión rusa de Ucrania ha recordado a todos los países de la Alianza Atlántica la importancia de tener unas Fuerzas Armadas que estén perfectamente preparadas para actuar en cualquier momento si así lo requieren las circunstancias. Algo en lo que en teoría todos estaban de acuerdo, pero que en la práctica buena parte de ellos había abandonado, bajando hasta cifras preocupantes su inversión en materia de Defensa, pese al compromiso alcanzado de dedicar el 2 por ciento del PIB.
El cambio de mentalidad también ha llegado hasta España, uno de esos países que había dejado caer su inversión militar hasta cifras preocupantes, tanto que había estado jugando en los últimos años con la delgada línea roja de la inoperatividad en cierta capacidades, perdiendo incluso algunas capacidades porque los sistemas de armas no habían podido ser sustituidos tras alcanzar el final de su vida útil por falta de dinero.
Una muestra de ello son las cifras que tendrá en los próximos presupuestos el Ministerio de Defensa y, más aún, las proyecciones de los principales programas de armamento para los próximos años. El Consejo de Ministros ha dado este martes una nueva muestra de ello con la aprobación de un importante paquete de armamento y sistemas de guerra, todos de ellos secundarios, pero necesarios para la operatividad de las Fuerzas Armadas.
En total, más de 450 millones de euros para la compra de misiles y bombas inteligentes. El contrato más cuantioso, de 200 millones de euros, irá para la compra de misiles aire-aire de medio alcance AIM-120 AMRAAM, que irán a parar a los almacenes de stock del Ejército del Aire y el Espacio, la Armada y el Ejército de Tierra. Serán un total de 92 unidades y el contrato incluye un paquete de soporte logístico para el mantenimiento de este material durante su ciclo de vida.
El segundo contrato más cuantioso es de 125 millones de euros y está destinado a la compra de un número no cuantificado de misiles antibuque NSM (Naval Strike Missile) para la Armada. Estos misiles serán utilizados tanto por las actuales fragatas de la clase F100 -con el sistema de combate Aegis-, aunque será necesaria una modernización previa, como por las futuras fragatas F110, todavía en construcción en los astilleros de Navantia, y que sustituirán a las actuales fragatas F80 de la clase Santa María.
Algo más de 104 millones van a ir destinado para la compra de bombas inteligentes guiadas por láser, aunque no se especifica el modelo exacto de las mismas, para los cazas de combate del Ejército del Aire y el Espacio, así como otras aeronaves que puedan llegar a emplearlas en un momento dado. En este caso no será España quien salga al mercado a realizar la compra, sino que se va a gestionar a través de la agencia NSPA de la OTAN.
El cuarto y último contrato destinado a la compra de armamento tiene un importe de 43 millones de euros y tiene como objeto la compra misiles guiados aire-superficie Brimstone, con los que se trata de aumentar las capacidades de ataque a tierra de los cazas Eurofighter Typhoon del Ejército del Aire y el Espacio. Un sistema de armas que ya ha sido integrado con éxito para este modelo de aeronave en el Reino Unido.
De manera paralela, el Consejo de Ministros ha aprobado el gasto de otros 173 millones de euros en otros seis contratos. 48 años millones suman los dos contratos para infraestructuras en las bases aéreas de Gando (Gran Canaria) y Armilla (Granada), donde es necesario dotar a las instalaciones de nuevos elementos que permitan acoger a los nuevos aparatos que tendrán que desplegarse. Cazas Eurofighter en el primer caso y helicópteros H135 en el segundo.
Otro contrato de 47 millones servirá para la compra de dos nuevos sistemas de control desde tierra que ayuden a realizar aproximaciones y aterrizajes de precisión (GCA) a las aeronaves que lleguen a las bases de Zaragoza y Torrejón de Ardoz (Madrid). Unos sistemas, por cierto, que tienen que ser "desplegables y no permanentes". También se va a comprar un nuevo sistema de guerra electrónica (versión mejorada SPAI900+) para modernizar los cazas F18 Hornet, que costará 28 millones.
Por último, se van a invertir 24 millones en la compra de dispositivos criptográficos para proteger los circuitos de comunicaciones de voz y datos seguros en la red de telecomunicaciones de la Defensa, además de 26 millones en infraestructuras de red que permitan al personal militar que está desplegado en misiones en el exterior mantener conexiones seguras con sus familiares y disponer de medio de ocio.