
Mientras todos los medios de comunicación dedicamos horas y horas a si Puigdemont, el PNV e incluso Coalición Canaria apoyarán a Pedro Sánchez, puede ocurrir, tal y como señalábamos hace unos días en Libertad Digital, que Podemos acabe desmarcándose del bloque de Sumar y desbarate todos los planes de Sánchez y Yolanda Díaz. Señalábamos incluso que era posible que los de Podemos acabasen provocando mayores quebraderos de cabeza que Junts.
La investidura de Sánchez pende de un hilo, y Podemos puede jugar sus bazas en una situación tan ajustada para conseguir las cuotas de poder que, en su opinión, merecen, o para consumar una venganza contra Sánchez pero, sobre todo, contra Yolanda Díaz, "la traidora", como es conocida en la formación morada.
Guerra en Compromís
Además, en la macedonia de siglas que conforma Sumar, no sólo bajan las aguas revueltas con Podemos, sino que en Compromís el enfrentamiento entre los de la defenestrada Mónica Oltra (Iniciativa) y los de Joan Baldoví (rebautizado como Més), siempre soterrado, ha estallado tras la tregua electoral por la elección del senador territorial: el partido mayoritario en la coalición, Més, impone a Enric Morera (con los votos en blanco de los de Oltra) y descarta a Carles Mulet, de Iniciativa. "Deslealtad" y "falta de confianza" fueron los calificativos que dedicaron a la jugada de Baldoví.
Compromís todavía no ha digerido la salida de su líder, la exvicepresidenta valenciana Mónica Oltra, por el escándalo del abuso de su entonces marido a una menor tutelada en un centro que dependía de la consejería de la propia Oltra. Su partido (Iniciativa) logró con Oltra unas cuotas de poder en los gobiernos de Ximo Puig, pese a ser minoritario en la coalición con respecto al grupo de Joan Baldoví, que ahora hace valer su peso en la coalición.
Todos esos líos internos no hacen sino poner de manifiesto el nulo control de Yolanda Díaz sobre los grupos que conforman la coalición que lidera, amalgama que si permanece aún unida es por el incentivo de repetir gobierno de coalición con el PSOE y apoyados por separatistas, nacionalistas, prófugos de la justicia y herederos de la banda terrorista.
Pero cualquier pequeño detalle puede provocar que todo salte por los aires. De hecho, desde Podemos ya están deslizando que otros socios de Sumar, sin decir cuáles, no han quedado satisfechos con la coalición.
La venganza de Iglesias
Aunque los de Compromís aseguran que la sangre no llegará al río, pese a que los puentes están rotos con los de Iniciativa, no ocurre lo mismo con Podemos, que tendría dos incentivos claros para hacer saltar por los aires la coalición Sumar e imposibilitar los planes de Sánchez y Yolanda Diaz: la venganza y la mejora de resultados en una repetición electoral.
El primer incentivo es puramente humano: la venganza por el (mal) trato dado a Irene Montero, humillada y excluida de las listas electorales por Yolanda Díaz. Es algo que el líder en la sombra de Podemos, Pablo Iglesias, no ha perdonado a Díaz. Además, se ha filtrado que en un futuro Gobierno de coalición no habría un ministerio para Ione Belarra, secretaria general de Podemos e íntima de Irene Montero.
En otro nivel, la cancelación de la participación de Iglesias en el "Ágora" de la cadena SER, que desde Podemos han interpretado que es una decisión que viene determinada por el poder político. Perder ese escaparate aboca a Iglesias a defender la posición de Podemos desde medios con mucha menor audiencia que la cadena de Prisa.
Podemos ha reclamado desde el primer minuto autonomía estratégica dentro de Sumar, tanto a la hora de la votación de investidura como en cualquier decisión posterior si esta investidura de Sánchez tuviese éxito.
Si no pide grupo propio es porque perdería las subvenciones que percibe como miembro de la coalición de extrema izquierda. El partido de Ione Belarra firmó, como todos los que entraron en la coalición, una cláusula que estipula que perderán el 23% de las subvención si rompen el grupo parlamentario. Pero nada impide y nadie puede garantizar que, llegado el momento, el voto de sus cinco representantes en el Congreso sea distinto del que todos esperan de Sumar como bloque.
Mejorar resultados y debilitar a Yolanda Díaz
Además de la venganza, un segundo incentivo para Pablo Iglesias sería que, provocar una repetición electoral, les reforzaría como partido mientras que debilitaría a Yolanda Díaz, su gran enemiga, que además no cuenta con cuadros propios.
En esas hipotéticas nuevas elecciones los de Podemos concurrirían solos o con Sumar, pero tras unas primarias —en las que tendrían que incluir a Irene Montero— que no pudieron realizarse por el sorpresivo adelanto electoral. Sumar ha conseguido salvar los muebles el 23-J, pese a perder muchos votos y escaños en comparación a lo conseguido por Podemos en las últimas elecciones generales. Y en Podemos creen que han llegado a su suelo y están convencidos de que en la repetición electoral mejorarían.
Las prisas de Yolanda Díaz por cerrar la investidura con el apoyo del prófugo Puigdemont vienen precisamente de la situación tan precaria en la que se encuentra la gallega. El acceso al poder acallaría el ruido interno en la coalición y daría tiempo a Yolanda Díaz a afianzarse en su discutido liderazgo.
Factores en contra de la ruptura
En contra de esa posible jugada de los de Podemos, ya sea por venganza personal pura y dura o por cálculo electoral, y que en estos momentos nadie podría descartar 100%, están los intereses de los separatistas y de Bildu, herederos políticos de la banda terrorista ETA.
Con todos ellos, incluido Puigdemont —por antinatura que pueda parecer la relación con un partido de derechas supremacista como es Junts—, mantiene Pablo Iglesias una relación privilegiada, algo de lo que no puede presumir Yolanda Díaz. Y a todos parece que les viene muy bien tener en Moncloa a un presidente dispuesto a continuar mercadeando con lo que sea con tal de seguir cuatro años más en el puesto. En ese caso, Podemos daría el sí a la investidura pero convertiría la legislatura en un infierno. En última instancia, el descontrol y el mercadeo lo sufriremos los españoles.
En definitiva, Sánchez depende para ser investido de los 15 partidos que forman Sumar —aunque sólo han obtenido escaño 7 de ellos: 10 diputados nombrados por Yolanda Díaz, 5 de Podemos, 5 de IU, 5 de Comunes, 2 de Compromís y 1 de la Chunta y otro de Mes—, cada uno con sus propios intereses y luchas internas, como ocurre en Compromís, y sobre los que Díaz no tiene una relación jerárquica. Además, necesitará a Bildu, ERC, PNV, BNG y Junts.
Se presenta, por lo tanto, una investidura y una legislatura (si consiguen la primera) mucho más complicada de lo que Sánchez y sus ministros quieren dar a entender, en ese intento de ganar el relato de que son los vencedores de unas elecciones que ganó el Partido Popular.