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Meritxell Batet, la esbirra de Sánchez que presidió el Congreso con el sectarismo como norma

La socialista catalana no respetó la imparcialidad que se le exige a una institución que representa al conjunto de los españoles.

La socialista catalana no respetó la imparcialidad que se le exige a una institución que representa al conjunto de los españoles.
Meritxell Batet en el Congreso. | EFE

Meritxell Batet no repetirá como presidenta del Congreso, lo que sin duda es una excelente noticia para la democracia. La socialista catalana ha sido la peor presidente del Parlamento, tercera institución del Estado que debe ser dirigido con estricta imparcialidad porque representa al conjunto de los ciudadanos, no solo a los afines, como ha hecho Batet en esta tenebrosa legislatura.

Se estrenó permitiendo las fórmulas de acatamiento de su cargo como diputados de los parlamentarios independentistas, muchas de las cuales apelaban al "mandato del 1 de octubre" o a la "libertad de los presos políticos". Arrimadas tuvo que recordarle que no era la delegada de Sánchez en la Mesa. El caso es que sí lo era.

También se ocupó de retrasar al máximo la suspensión de la condición de parlamentarios de los cinco presos golpistas. Al fin y al cabo eran los socios a los que Sánchez iba a indultar, aunque prometió que no lo haría.

Uno de sus primeros escándalos fue la expulsión de Macarena Olona. La exdiputada del Grupo Vox intentaba pedir que se incluyera en el orden del día la situación de Cataluña y los graves disturbios que en octubre de 2019 se estaban produciendo. La presidenta de las Cortes llamaba al orden a la diputada de Vox hasta en tres ocasiones, impidiéndole intervenir, y procedía finalmente a su expulsión entre aplausos de la mayoría de los diputados.

Un mes después, permitió a Pablo Iglesias dirigirse a Cayetana Álvarez de Toledo en repetidas ocasiones como "señora marquesa", pero retiró del diario de sesiones cuando esta le respondió llamándole "hijo de terrorista", ya que Iglesias siempre ha presumido de que su padre militó en el grupo terrorista FRAP. Cayetana recurrió al Constitucional, que se pronunció, para variar, varios años después, cuando ya era presidente Conde Pumpido. No hace falta que les cuente la decisión.

También expulsó al diputado de Vox José María Sánchez por calificar de bruja a la parlamentaria socialista Laura Berja. Pero no chistó ante los constantes insultos por parte de Podemos y los socios de su jefe a miembros de Vox, Cs o del PP.

Batet llegó hasta la desobediencia a una orden del Supremo, negándose a retirar el acta de diputado al podemita Alberto Rodríguez condenado por el Tribunal Supremo por patear a un policía. Lo retrasó todo lo que pudo con cruce de cartas con el juez Marchena hasta que no le quedó más remedio que acatar la orden, lo que le costó ser la diana de la ira de Podemos. Otro gallo hubiera cantado si el diputado hubiera sido de Vox.

De traca fue su discurso institucional por el Día de la Constitución de 2021, en el que se dedicó a regañar al PP y Vox. Más que un discurso institucional fue un mitin partidista. "Judicializar innecesariamente la política comporta politizar la justicia, pero sobre todo lleva a desconocer el espacio deliberativo propio de todo sistema político democrático". también tuvo el atrevimiento de poner en cuestión la «lealtad» de la oposición conservadora a la Constitución al hacer hincapié en que supone "aceptar la legitimidad del triunfo del otro y asumirlo, con el esfuerzo de llegar a acuerdos mediante la discusión y el debate". "Ser leal a la Constitución es asumir la propia posición en el sistema constitucional y la de los otros. Asumir que en ocasiones las opciones propias resultan mayoritarias y en otras deben limitarse a ser la alternativa minoritaria".

Y eso lo decía en medio de una campaña contra la legitimidad de Vox y con un gobierno compuesto por independentistas y su socio de Podemos, que instantes antes ya se habían encargado de reventar el acto institucional calificando la Ley Fundamental de ‘traje viejo’.

Se metió en otro jardín con la votación de la reforma laboral. Batet tendría que haber convocado a la Mesa del Congreso una vez el diputado del PP, Alberto Casero, solicitó emitir su voto presencialmente tras recogerse erróneamente su apoyo a la reforma laboral. Batet incumplió una resolución de la Mesa del Congreso que tiene la misma validez que el reglamento de la Cámara. Además, aseguró a viva voz que la Mesa "había tomado una decisión". Posteriormente, la propia Batet reconocía a varios diputados que la Mesa no había tomado una decisión y que "se había equivocado".

También fue protagonista en el escándalo de meter a Bildu y ERC en la comisión de secretos oficiales en la que se tratan temas de seguridad nacional, gasto clasificado o actividades del CNI. Meritxell Batet presentó ante la Mesa del Congreso un cambio legislativo para evitar los dos tercios que hasta ahora se necesitaban y poder sortear el veto del PP a la entrada de Bildu y ERC. De nada sirvieron las quejas del PP y Vox. La separación de poderes había dejado de existir. Olona la acusó de no perder ocasión "de prostituir esta Cámara".

Otro de los escándalos más sonados protagonizados por Batet fue hacer desaparecer el registro de visitas del Tito Berni en el Congreso. La titular del Juzgado de Instrucción Nº 4 de Santa Cruz de Tenerife, María de Ángeles Lorenzo-Cáceres, solicitó a la presidenta del Congreso de los Diputados que prestase "autorización y colaboración" para entregar a la Policía Nacional los "efectos" depositados en el despacho de la Cámara Baja que usaba el ya exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alias Tito Berni. Batet entregó el móvil y el iPad, pero la Cámara Baja destruyó la información sobre quiénes se citaron con él, en qué fechas y a qué hora.

Para terminar, ya ni disimuló y, directamente, rompió la neutralidad institucional al respaldar a un Petro que reivindica al Che y se comparara con Bolívar.

Meritxell Batet ha ejercido la presidencia del Parlamento de todos los españoles como lo que es, una esbirra de Pedro Sánchez que considera que las instituciones son su cortijo. La peor presidencia del Parlamento de la democracia. Hasta el momento, ya que en breve se elegirá nuevo presidente que puede hacer realidad el refrán: otros vendrán que bueno me harán.

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