El desastre electoral de ERC acaba con la carrera política de Pere Aragonès, que se equivocó al anticipar la cita electoral, una decisión a la que no fue ajeno Oriol Junqueras pese a los esfuerzos por desmarcarse del error. La bicefalia republicana ha resultado ser una fórmula fallida de liderazgo. La pérdida de trece escaños (de 33 a 20) y casi 200.000 votos (de 605.581 a 427.135) deja al partido seriamente tocado. El ciclo electoral ha sido nefasto. Perdió fuelle en las municipales. Confirmó la caída en las generales al pasar de 13 a 7 escaños (874.859 votos en 2019 frente a los 466.020 del pasado 23 de julio). Y ha obtenido unos resultados nefastos en las elecciones autonómicas a pesar de haber intentado diseñar un escenario propicio con el adelanto y el abuso electoralista de la Generalidad.
En ERC se abre una fase de reflexión. Como primera providencia, Pere Aragonès descartó en la noche electoral que su partido vaya a participar en cualquier fórmula de gobierno catalán. Los republicanos vuelven a la oposición. Pero el anuncio de Aragonès resultó un tanto inconcreto. ERC, a pesar de sus catastróficos resultados, puede asumir el papel de árbitro de la situación. Las opciones de Salvador Illa para formar gobierno pasan por la anuencia de los republicanos. También Puigdemont depende de lo que decida ERC, espantada ante las hipotéticas consecuencias de una repetición electoral. Escenario endiablado al que se sumará la aplicación de la ley de amnistía que supondrá el fin de la inhabilitación de Oriol Junqueras. Será su momento, aunque el carácter "místico" del presidente de ERC hace que sea absolutamente imprevisible. Su liderazgo no es incuestionable y sus decisiones están detrás de buena parte de las causas de la sangría de votos. La derrota también interpela a Marta Rovira, la secretaria general fugada en Suiza y que mantiene, al menos teóricamente, las riendas del partido.
Las tres opciones de ERC
ERC descarta de entrada facilitar un gobierno de Illa y también de Puigdemont. Pero tampoco quiere una repetición de las elecciones que acabe por destruir un partido que quedará muy mermado funcionalmente tras su salida del Govern. Volver a las urnas sería para ERC asumir un riesgo altísimo tras la pérdida de votos, muchos de los cuales habrían ido a parar al saco socialista tras años de relación subsidiaria entre el PSOE y la formación republicana. La apuesta de Junqueras por la moderación y la institucionalidad ha resultado letal para los intereses de ERC. Quedar por detrás de Junts implica ceder el liderazgo en la bandería separatista a un Puigdemont crecido a pesar de que su relato sobre el regreso ha obtenido un éxito relativo.
Calendario para un congreso
La proximidad de las elecciones europeas retrasará las negociaciones en Cataluña. El partido debate sobre la conveniencia de un congreso extraordinario que dependerá no sólo de la decisión de la dirección sino también del calendario. La intención sería celebrar ese cónclave tras las europeas muy condicionado por una hipotética repetición electoral en la que Aragonès ya no será el candidato.