Ayer, vi a dios.

Cuando apareció ese señor de mediana edad, tupé fijado y mandíbulas pronunciadas, creí ver a dios, y dios, que susto me llevé, que yo para estas cosas soy muy mirado.

Con frases enérgicas y rotundas, y dejándose querer por un imserso mediático al que yo tanto respeto, por su fragilidad, y fidelidad a los principios que los pares les fueron inculcando y las tietas les remacharon, aplaudían ardorosos esforzándose en que los huesos artrósicos de sus trabajadas manos no chocaran entre sí, dañándoselas.

Pero lo mas commovedor, fue ver a Don Vincenzo, que sentado en primera fila, asentía en el discurso, entre guiños, mohínes y torceduras cervicales, eso casi sublimaba la escena, que estaría pensando D. Vincenzo...? por que Don Vincenzo siempre piensa, que quizás sea el que mas claro tiene la hoja de ruta, que va pasando por debajo de la mesa a sus soldados-peones.

Quizás me falto ver a la enigmática mamma, mostrando su complacencia con su hierática faz, pero dios, digo el noi, sabe que se le quiere, y que de él se esperan grandes cosas, sobre todo que cumpla el ITEM 1º del proyecto que se le ha asignado, que lo primero es antes, después se le buscarán otras ocupaciones, que los siguientes ITEMS ya escritos, tienen otro ejecutante, todo quedará en la famiglia, que es lo importante.

Pensándolo bien, no era dios, pero se asemejaba a un caudillo, mucho mas rotundo que D. Claudio, que con su voz levantaba brazos y ardores guerreros, quizás además de la voz y el tono, le faltaba esa seguridad que da la “Brunete mediática”, que en caso de tenerla, íbamos a saber lo que vale un peine, luego vamos a dejarlo en caudillo, que no dios, y vamos a esperar a ver si al final es tan enérgico cuando nos de por retambufa.