Se busca un enemigo.

Para triunfar como gurú de cualquier movimiento, no es necesario desarrollar una filosofía farragosa, que puede tornarse contra ti en cualquier descuido.

Sí es necesario identificar a tus potenciales adeptos, conocer su búsqueda, e interpretarla según tus intereses, conduciéndola y haciendo parecer que son ellos los que se conducen.

Hay que elaborar un catecismo, fácil de asimilar, breve pero contundente, polifuncional que responda a cualquier argumento en contra, que se trata de vencer y luego convencer si se puede.

Es imprescindible un enemigo, donde focalizar todas las causas de todas sus desgracias, y abonar elementos bien encastillados en el individuo, sensaciones, emociones, sentimientos...

Todos los líderes han realizado el mismo proceso con las mismas herramientas, Mao lo hizo no hace tanto tiempo, su enemigo occidente, su catecismo el libro rojo, sus soldados jóvenes con ansias de participar, sus sentimientos, el oprobio sufrido durante años por el pueblo Chino.

Otros han utilizado a la patria como sujeto, a sus “enemigos” como lo que combatir sin pestañear, a la formación del espíritu nacional, o al intento de esa nueva implantación del no se que de la ciudadanía, como catecismo, fácil de entender, panfletario y breve, para seguir la mas sagrada norma del conceptismo.

Ciertamente estos movimientos, que aunque temporalmente han triunfado, siguen vigentes, y siempre hay alguien dispuesto a explotarlos, lo indignante, es manosear algo tan íntimo y tan personal como el amor a los ancestros, los usos y costumbres, la herencia genética, y sacar todo eso al exterior, dejando el nervio fuera como en una muela careada.

Pero así son las cosas, sólo recordar algúnas citas del Tao Te King, como la que dice “cien amigos, son pocos, un enemigo es demasiado”, y sin mirar a nadie una cita de Lao Tse, “El valor del osado lo lleva a la muerte, el valor del prudente le conserva la vida” por eso hay viejos muy “honorables” que conservan bien sus vidas, mientras que los que ponen sus cabezas suelen ser osados desaprensivos.