
El pasado lunes 10 de noviembre comenzó la Cumbre del Clima COP30, que se celebra en la ciudad brasileña de Belém y reúne a más de 50.000 asistentes. En este sentido, cabe destacar también que este año se cumple el décimo aniversario del Acuerdo de París, adoptado por 196 países en diciembre de 2015, en el marco de la COP21 en París, y entró en vigor en noviembre de 2016. Por ello, cabe preguntarse cuáles fueron los objetivos que buscaba este acuerdo y cómo han evolucionado los principales indicadores climáticos en la última década. ¿Sirven para algo los tratados internacionales sobre el clima?
Acuerdo de París: reducir emisiones
Como detalla en su web la ONU, el objetivo del Acuerdo de París es "limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales". De este modo, las Naciones Unidas proponen reducir la emisión de gases de efecto invernadero y "lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo". Para ello, los países proponían "una transformación económica y social".
Así las cosas, de acuerdo a los compromisos adquiridos con este tratado, cada cinco años los países tienen que tomar medidas en materia climática "cada vez más ambiciosas" con el fin, como indicamos anteriormente, de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, la ONU explica que "los países también comunican en dichas contribuciones las acciones que tomarán para crear resiliencia y adaptarse a los efectos del aumento de las temperaturas".
Con todo, el Acuerdo de París pretende proporcionar "un marco para el apoyo financiero, técnico y de creación de capacidad a los países que lo necesitan". Así, en materia financiera, el tratado implica que "los países desarrollados deben tomar la iniciativa en la prestación de asistencia financiera a los países menos dotados y más vulnerables, al tiempo que se alienta por primera vez a las demás Partes a aportar contribuciones voluntarias".
Por otra parte, en el ámbito tecnológico, el Acuerdo de París "establece un marco tecnológico para proporcionar una orientación general al Mecanismo Tecnológico". Además, con ello se pretende fomentar la capacidad de los países en desarrollo en relación con el clima, solicitando al mismo tiempo a los países desarrollados "que aumenten su apoyo a las medidas de fomento de la capacidad para aquellos países menos adelantados".
En este contexto, desde la ONU aseguran que, desde la entrada en vigor del Acuerdo de París, ya se han reducido las emisiones de carbono y "cada vez más países, regiones, ciudades y empresas están estableciendo objetivos de neutralidad de carbono". De esta forma, inciden en que "las soluciones de cero emisiones se están volviendo competitivas en todos los sectores económicos y ya representan el 25% de las emisiones". Por ello mismo, sostienen que "para 2030, las soluciones de cero emisiones de carbono podrían ser competitivas en sectores que representan más del 70% de las emisiones mundiales".
Fracaso del ecologismo radical
Como se puede apreciar en el gráfico que ha publicado en redes sociales el economista Daniel Lacalle, donde se detalla la evolución de las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la industria y combustibles fósiles, lo cierto es que el país que más ha incrementado sus emisiones en los últimos años ha sido China, mientras que EEUU y la Unión Europea las han reducido de forma significativa.
La "emergencia climática" del socialismo y la ultraizquierda consiste en hundir industria, ganadería y agricultura, frenar inversiones en infraestructuras, asfixiar a contribuyentes y enviar séquitos en Falcon a entregar esos sectores a China.
Un plan de empobrecimiento y… pic.twitter.com/0FOAiYaLHQ
— Daniel Lacalle (@dlacalle) November 11, 2025
Sin embargo, los compromisos adquiridos por los países firmantes del Acuerdo de París en 2015 no parecen haber tenido demasiada influencia, dado que, como veíamos, la reducción de las emisiones de EEUU y la UE comenzaron antes del año 2009. En este sentido, cabe subrayar también que este gráfico demuestra que el incremento de las emisiones en las economías de mercado no creció de forma exponencial, como sí ha ocurrido en el caso de China, un país que se abrió al comercio con Deng Xiaoping pero ha continuado siendo un régimen opaco y totalitario.


