
Londres ha vuelto a ser el epicentro del turismo mundial durante la celebración del World Travel Market 2025 (WTM), donde, entre destinos exóticos y vacaciones de ensueño, una nueva tendencia ha acaparado la atención de buena parte de los 45.000 visitantes: el "turismo slow".
El turismo slow consiste, básicamente, en hacer lo mismo que siempre, pero con una narrativa ecosostenible y con conciencia social. Ya no eres un turista que se hace selfies en Santorini: ahora eres un viajero que busca la esencia del lugar. Ya no recorres París en tres días, sino que te integras en la cultura local mientras degustas pan ecológico en Le Marais.
En definitiva, se trata de un turismo pausado, consciente y espiritual para reconciliarse con el planeta mientras uno sigue postureando en Instagram. En palabras del escritor vinculado al movimiento slow travel, Carl Honoré:
El turismo slow rivaliza ahora con la cultura de volar a Barcelona para comer. Sus defensores saborean el viaje, viajando en tren, barco, bicicleta o incluso a pie, en lugar de apiñados en un avión. Se toman su tiempo para integrarse en la cultura local en vez de recorrer a toda prisa una lista de trampas para turistas.
Dicho con otras palabras, es el plan perfecto para los amantes de cabalgar contradicciones, concretamente para aquellos que critican y se manifiestan contra el turismo masivo, pero, cuando llegan las vacaciones, no tienen ningún reparo en coger un avión y viajar a Menorca, Colombia, Ámsterdam o Marruecos, eso sí, siempre de manera sostenible, local y responsable.
En cualquier caso, durante el WTM en Londres, la sostenibilidad fue uno de los temas centrales. Además, las empresas de turismo y los diferentes destinos insistieron en su estrategia de atraer a viajeros "respetuosos" durante todo el año, para fomentar un "equilibrio económico y medioambiental duradero".
Al final, lo que está claro es que los destinos siguen compitiendo por atraer más turistas para que sigan gastando dinero en hoteles, restaurantes, tiendas, monumentos y todo aquello que se ha hecho toda la vida, aunque ahora lo llamen "vivir la experiencia".

