Era lo previsto, pero el voto favorable de ERC, CiU, PNV y PP a la guerra de Zapatero tiñó el Congreso de los Diputados de un aire militarista inédito. Los argumentos sobre las razones "humanitarias" y la resolución 1973 de la ONU fueron toda la artillería empleada, tanto por el PSOE como por los demás partidos, a excepción de Izquierda Unida, para justificar la participación española en la guerra contra Gadafi. En apenas dos horas, quedó sellado el apoyo parlamentario a la entrada en el conflicto.
Sin fisuras, todos a una, en un espectáculo retórico en el que se esquivaron a conciencia las palabras guerra, Irak y daños colaterales, el Congreso dio luz verde con retraso (eso tampoco parecía importar lo más mínimo) a la intervención del Ejército español en una alianza en la que sí se aprecian fisuras. 336 diputados votaron a favor, 3 votaron en contra y uno se abstuvo.
Nada importó, aunque se citaran la división de la OTAN, la desaparición de la Unión Europea, la abstención en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de países como Rusia y Alemania, la irregularidad parlamentaria de una aprobación retroactiva de la guerra, las dudas sobre el mando internacional, la marcha atrás de la Liga Árabe o las dudas que genera el hecho de que el objetivo de la "misión" no sea el de derribar a Gadafi.
Ese panorama plagado de incertezas no impidió, sin embargo, que Zapatero lograra su objetivo y obtuviera un apoyo prácticamente acrítico a sus tesis humanitarias y sus teorías sobre la democracia en el mundo árabe.
Gritos de "no a la guerra"
La nota discrepante han sido los gritos en el Congreso contra la guerra de los invitados a la tribuna de invitados. Unas ocho personas han exclamado "no a la guerra" y han sido desalojadas tras la votación.
Cuando la Policía las desalojaba de la tribuna, han repetido gritos de "socorro" y una de ellas ha dicho en voz alta: "Soy una ciudadana libre".