Menú
Federico Jiménez Losantos

Los precios políticos siempre son altos

Están que trinan en el Gobierno con Alfonso Cortina. Que trinan y que braman. "¡A quién se le ocurre subir el gasóleo cuatro pesetas la semana de las calefacciones!" -dicen en Hacienda. "¿Qué culpa tenemos nosotros de que no haya sabido opar a Iberdrola?" -dicen en Economía. "¡Estos niños de papá son todos iguales: si se aburren del juguete, lo rompen!" -se oye por los desmontes monclovitas. Pero si estamos ante una venganza política por la falta de apoyo gubernamental en la Operación Iberdrola, los únicos que no pueden quejarse son precisamente los del Gobierno. ¿No se jactaron de que el amigo Alfonso esperó a que pasaran las elecciones para subir la gasolina? Pues esto es lo que tienen los "precios políticos", que siempre resultan caros y acaba pagándolos el que menos culpa tiene.

Toda esta retórica bananera con la que suelen obsequiarnos nuestros ricos de toda la vida, todo eso de "nunca haremos nada contra el Gobierno" que repiten banqueros y similempresarios, ayer del PSOE, hoy del PP, siempre del poder, es la negación de la política decente y de la economía solvente. Los negocios deben hacerse al margen de los Gobiernos, ni en contra ni a favor. Y si de alguien es la culpa de que eso no sea posible, más vale que sea el Gobierno el culpable. Cuando es la empresa la que se apresura a ponerse a los pies del poder político, la cosa acaba como en Telefónica con Villalonga o como puede terminar en Repsol con Alfonso Cortina: peleas familiares, gritos y voces, platos rotos, malos tratos y sórdidas querellas por la pensión.

Que no nos perdonen una peseta del precio de la gasolina si luego nos van a cobrar el doble por los intereses políticos. El único interés político que debe regir en una economía sana es que los precios sean reales, adecuados al mercado, y nunca políticos. Cuando son políticos, los precios no son precios: o son una ruina o son un atraco. Y lo peor es que sean sucesivamente las dos cosas. Esperemos que se le pase pronto el berrinche a don Alfonso o don Jesús va a tener que climatizar la piscina de Valdemorillo.

En Opinión