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Enrique de Diego

La estupidez de Otegi y la hipocresía de Balza

No hay mejor elemento de contrastación para saber que la lucha contra la violencia va bien que el hecho de que Otegi se sienta mal y reaccione en tono negativo y crispado hacia la detención de sus “compañeros patriotas”. Uno de los portavoces de Eta juega con una de las ficciones nacionalistas más habituales: la idea de una solución al conflicto que estaría en manos de los terroristas. Es fundamental precisamente para llegar a alguna solución partir de que no la hay.

Nadie puede solucionar que haya personas decididas a matar a otras. La única solución es detener a los asesinos mucho mejor antes que después de que cometan sus atentados. A lo que debemos aspirar precisamente es a que haya el menor número de asesinos sueltos por la calle y por ende reducir el número de las víctimas, sin prestarnos a ningún chantaje que elevaría las víctimas al nivel del genocidio. Las detenciones que viene realizado la Policía evitan muertes, y ese es el dato más alentador.

El intento de asesinato de los periodistas Aurora Inxausti y Francisco Palomo no es una muestra de crispación, sino del salvajismo totalitario del terrorismo nacionalista. Los asesinos son psicópatas del nacionalismo y de ellos no se puede esperar más solución que su puesta a disposición judicial.

Resultaría gratificante escuchar las condenas del consejero de Interior del gobierno vasco, Jabier Balza, si no fuera uno de los principales responsables de la situación creada, por la desactivación política de la Ertzaintza, que tiene asumidas las competencias de orden público y que se ha venido inhibiendo por orden de Balza e Ibarretxe frente a la kale borroka donde han crecido y se han formado los nuevos asesinos.

Balza gobierna sobre los votos de Otegi y de los que han puesto la bomba a dos periodistas que no tienen otro sistema de autodefensa que su libertad. El PNV tiene una responsabilidad directa en esta escalada de la violencia que alentó con sus pactos, en la tregua trampa y en el deterioro del marco institucional generando un horizonte que ha sido coartada de legitimación de la violencia. Es el nacionalismo de Estella/Lizarra el que intenta matar periodistas. Es una estrategia en la que la responsabilidad moral no sólo es de Otegi, también lo es de Arzalluz y de Ibarretxe.

La solución posible estará más cerca cuando Xabier Balza no esté en el gobierno vasco. También cuando los jueces de la Audiencia Nacional sean capaces de entender lo obvio: que terrorista no es únicamente el final de la escala de mando, el que pega el tiro en la nuca o pone el coche-bomba.

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