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Hay algo en común en todos los candidatos a la sustitución de Mayor Oreja en Interior: todos son grises. Cómo serán de grises que Ángel Acebes aparece a su lado como una personalidad electrizante. Si el Secretario General de la Presidencia, Javier Zarzalejos, es hombre gris máquina, sin más aristas que las del apellido, o sea, las de la familia, Pío García Escudero es gris perla pero sólo en el chaleco, con un terno mucho más oscuro. Y Pedro Morenés, sustituto del brillante Martí Fluxá es directamente gris naval, vizcaíno más serio que la pata de un banco, con un bigote que añade un toque vetusto a la faz sombría, tal vez para corregir unos ojos que fueron claros. ¡Qué tendrá el gris para Aznar, que todos se los busca grises!

Bien mirado, esto de meter los "grises" en Interior es lo más franquista que ha hecho el Presidente en ese Ministerio desde la negativa a desclasificar los papeles del CESID. Pero si el color panza de burro, tormenta de noviembre o astillero uruguayo ha de decidir su elección, es muy posible que Morenés se lleve el gato al agua, o sea, al charco oscuro. Porque ese aspecto del gris que es la falta de popularidad puede ser decisivo en la tortuosa deliberación íntima de Aznar. Y Morenés ha conseguido el milagro de no salir ni en las fotografías o de parecer que no sale. Como "gris", o sea, como policía armada, hubiera hecho poca carrera en el franquismo, que buscaba sobre todo apariencia de ferocidad. En el aznarismo, estas peculiaridades estéticas --o antiestéticas-- acaban resultando un verdadero cheque al portador.

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