La primera conferencia de prensa de George Bush como presidente tenía por objeto tratar, principalmente, de cuestiones internas como la reforma educativa y las bajadas de impuestos, pero Bush no se negó a realizar una breve excursión por el resto del mundo y dejó ver hacia donde se dirige probablemente su administración.
Sus palabras parecen confirmar el endurecimiento de la política hacia China, en contraste, no solo con la línea seguida por su predecesor Clinton, sino incluso con la actitud conciliadora de George Bush-padre.
Hasta la asesora de seguridad Condolezza Rice creyó necesario suavizar las declaraciones de Bush que acusaban a China de armar a Irak y explicó que la Casa Blanca tan solo está "investigando" si Pekín ha vendido armas violando las resoluciones de la ONU y que, por el momento, no hay acusaciones contra este país.
Pero hay indicaciones de que las tensiones con Pekín aumentarán, pues Washington se muestra dispuesto a patrocinar una condena contra China en la próxima asamblea de derechos humanos de la ONU en Ginebra, algo que se negó a hacer en los últimos años.
Además, Pekín es totalmente contrario al despliegue de la defensa espacial y, aunque Bush se declare satisfecho de que Moscú parece haber suavizado su oposición al respecto, es inevitable que se agudicen los desacuerdos.
El cambio de tono corresponde a la campaña electoral, cuando Bush dijo que a China hay que verla como a un competidor y no como a un socio, algo evidente a la vista de los enormes superávits de Pekín en su comercio con EEUU y en su capacidad de minar los intereses militares y estratégicos norteamericanos con ventas de tecnología y material bélico.
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