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Enrique de Diego

La ertzaintza puede funcionar

Una de las lecciones de los últimos días es que la policía autónoma vasca puede funcionar. No está aquejada de ningún mal metafísico, ni son inútiles esenciales, con taras que les impidan detener delincuentes salvo por la llamada obediencia debida, es decir, por la existencia de órdenes superiores. Vemos, pues, que en etapa preelectoral los policías autonómos son capaces de detener a terroristas tan peligrosos como Iñigo Guridi Lasa, e incluso adelantarse a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Eso implica dos lecciones: que la mayoría de los contribuyentes, incluidos buena parte de los nacionalistas, ven mucho mejor que haya seguridad en las calles, con disfrute de los derechos y libertades sin riesgo para la vida, que el golpismo desde arriba, con inhibición en la política de orden público, que significa Estella/Lizarra y que ha practicado Ibarretxe. Por eso, el PNV, como arma electoral, pide ahora eficacia policial.

La segunda es que la solución policial, con la reducción drástica de las víctimas, a través de algo tan obvio como detener a los asesinos y quitarlos de la circulación, es posible. Incluso con el PNV en etapa preelectoral, cuando los ciudadanos no están por la labor de los cobardes relativismos morales de Xabier Arzalluz. Seguramente, funcionaría mucho mejor, y en todo momento, con un gobierno constitucionalista. Desde su creación, la finalidad originaria de la policía autónoma era su mayor capacidad, por una supuesta superior autoridad moral por ser “de aquí”, para acabar con el terrorismo. Como ha venido protestando el sindicato mayoritario Erne, ello no ha sido posible por las órdenes recibidos de la cadena de mando Arzalluz-Ibarretxe-Balza. La policía autonóma está demasiado politizada, sus cargos, del tipo de comisario de seguridad ciudadana, que en todas las policías del mundo son profesionales, aquí son políticos de libre designación.

En las importantes operaciones de los últimos días, desde la detención de García Gaztelu, hasta las de Aitor Aguirre y Asier Arzalluz, no ha habido suficiente coordinación. Si la hubiera, entre el Gobierno de la nación y el vasco, es de lógica concluir que los resultados serían mucho más eficaces.

El nacionalismo ha de dejar de vivir de sus matones y ofrecer algún proyecto mínimamente constructivo. No lo creo capaz, y por eso me parece que recurre a la violencia como un elemento consustancial de su praxis, pero nada me encantaría más que me desmintieran.

Estas detenciones en cadena se producen cuando Eta ha manifestado su última filosofía estrictamente genocida. Algo que siempre ha existido pero que se sublimaba a través de elucubraciones ideológicas o cuanto menos estratégicas. La doctrina más sostenida era la de acción-reacción, tratando de extender al conjunto de la población los efectos de la “represión” del Estado para provocar un levantamiento. La real, ha sido la estrictamente fascista de la eliminación del contrario. El último atentado de Martutene introduce un nueva concepción, amén de la torpeza de la nueva Eta, de terrorismo indiscriminado, de forma que no importa asesinar a dos trabajadores y herir gravemente a otros dos, con tal de acertar en el objetivo. Esto ha producido una quiebra muy profunda en el sentido tribal del nacionalismo, porque se sobreentiende que Arnaldo Otegi o los dirigentes de LAB (los nacionalistas no necesitan escolta) pueden ser víctimas de Eta a condición de encontrarse cerca de un concejal del PSOE o del PP.

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