La visita de Zapatero a Prodi para entregarle unas brumosas propuestas institucionales sobre el futuro de la Unión Europea no es ni puede ser otra cosa que una foto. Tampoco tiene más relevancia que la que quiera darse a un típico episodio de propaganda, de los que tan necesitado anda un líder de la oposición cuando no se le conoce demasiado. Aznar tiene que acordarse, porque cosas similares hacía él mismo cuando aspiraba a sustituir a un González todopoderoso en España y en Europa. Pero ni lo que hicera o dijera Aznar entonces tenía demasiado valor ni, por supuesto, lo tienen estos gestos de autopromoción de Zapatero. En realidad, el único que les otorga importancia es Aznar con su destemplado comentario.
Pero la forma y el fondo de la reacción del Presidente se parecen demasiado a la de Rodrigo Rato descalificando de forma desabrida y sin argumentos la propuesta fiscal del PSOE y endosándosela a una especie de conspiración de la que se empeña en llamar "Gran Banca", en un ramalazo de demagogia nacionalsindicalista más propio de José Antonio Girón en los polvorientos años de su Poder que de un ministro de la Derecha democrática y presuntamente liberal del siglo XXI. Están nerviosos en el Gobierno, más por arriba que por abajo, y ese nerviosismo impregna todas las reacciones de unos políticos que, por su experiencia, deberían estar al margen de picajosidades y niñerías pero que, al margen de la influencia meningítica de la mayoría absoluta, siguen sin recuperarse de la "noche triste" del 13 de Mayo. Si Aznar quería mostrar la inanidad de las propuestas de Zapatero, bastaba con no comentarlas. En cuanto a Rato, esperemos que, al margen de enviarle mensajes de indignación a su amigo Francisco González, copresidente del BBVA, se digne responder en serio a la propuesta fiscal de rebaja y simplificación de tipo. Si no es de Sevilla sino de la "gran banca", con más motivo. ¿O es que no tiene respuesta y eso es lo que le pone de mal humor?
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