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El mejor escribano echa un borrón, pero hace mucho que el Equipo Económico del PP, con Rato a la cabeza, echó el primero. Y el segundo. Y el tercero. Este que ahora anuncia Folgado a propósito del IPC de Mayo que sale el miércoles debe de ser el vigésimo cuarto y anuncia un océano de tinta sobre la atribulada página. Esta vez, la culpa es del petróleo, claro. Y de los productos alimentarios, cómo no. Y del tabaco, seguro. Pero en el resto de Europa compran el petróleo al mismo precio que nosotros, han padecido las secuelas del mal de las "vacas locas" y fuman como el año pasado. ¿Por qué nuestra inflación ha de ser mayor que la suya? Al margen de lo que hagan luego los salarios, lo cierto es que, aun creciendo por encima del 3% anual, que ya lo firmaríamos, en estos momentos estamos perdiendo un punto de poder adquisitivo en términos netos. Y eso, al margen de Europa. Pero conviene recordar que la UE tiene una tasa de inflación inferior a la nuestra.

Aunque traten de consolarnos -ya lo hizo Folgado el mes pasado- con la reducción del diferencial de inflación con respecto a Europa, también aquí cabe recordar el dicho "mal de muchos, consuelo de tontos". Porque no lo reducimos bajando nuestra inflación sino porque a ellos les sube la suya. Y estamos perdiendo la ocasión de eliminar ese lastre temible para la competitividad de nuestras empresas. La política monetaria no depende de nosotros sino del BCE, de forma que lo único que podemos hacer para seguir creciendo más que el resto de la UE es controlar seriamente el gasto público y no incentivar el privado sino el ahorro. ¿Está haciendo eso el Gobierno? ¿Se lo propone siquiera?

Todo lo contrario. En los últimos meses y singularmente en las dos últimas semanas, el Gobierno está dando un verdadero recital de demagogia tercermundista y de despotismo sin ilustrar. Después de un lamentable Pacto sobre Pensiones que ha alborozado a los sindicatos y a la izquierda, con razón, y que es una garantía de problemas futuros para el sistema de Seguridad Social, Rato y Montoro se han enzarzado en una pelea tan incomprensible como bochornosa contra el PSOE y el BBVA por una propuesta de simplificación y reforma del IRPF, la cual supone un gran cambio en la tradición socialista y va precisamente en la buena línea de lo que ha sido la propuesta fiscal del PP en la última década. Pues nada: el Gobierno, jugando al peronismo contra "la gran banca". De risa.

Siguen sin abrirse a la competencia sectores básicos como el de la energía, sigue maniatado por el politiqueo el sector de las telecomunicaciones, sigue pendiente la reforma del disparatado impuesto sobre el espacio radioeléctrico y siguen espectáculos de despilfarro y corrupción tan escandalosos como el de RTVE, que, sobre el inmenso déficit acumulado y la competencia desleal por doble financiación, alardea de su política de "dumping" publicitario contra las empresas privadas de comunicación. En fin, que el Gobierno del PP presentaba en años pasados frente al PSOE un impulso político reformista y unas cuentas saneadas. Y ahora, ni lo uno ni lo otro. Lo veremos en el próximo Debate sobre el Estado de la Nación. El miércoles, sólo un aperitivo. Otro más.

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