Menú

Sólo uno de cada tres vascos -según el último Euskobarómetro- se siente con libertad para opinar de política. Entre esa minoría privilegiada están, sin duda y como siempre, los batasunos de ETA, Arzallus y Setién. Es incluso muy probable que se sienta también en libertad ahora Ibarretxe, cuyo Gobierno va a consistir esencialmente en un lobby separatista para aprovechar el terrorismo etarra y forzar la capitulación de la democracia española. Así, mientras ETA pone bombas en las viviendas de los familiares de los representantes del PP o del PSOE, los políticos del PNV recogen y realzan el chantaje terrorista presentándolo como un diálogo para la paz. La mitad de la sociedad vasca y la gran mayoría de la de Navarra -objeto común del proyecto totalitario separatista- resisten heroicamente la presión del nacionalismo, en sus variantes criminal o cómplice, terrorista o institucional, y no merecen ser abandonadas a su seguro destino de judíos bajo la dictadura euskonazi. De otro modo, sería una necesidad política y un placer intelectual ver a los Von Papen y kerenskis del PNV-EA convertirse en víctimas de los verdugos que quieren llevar al Poder.

La única ventaja de la constitución de un Gobierno Ibarretxe donde no cabe ni Madrazo y cuyo único programa real es el separatismo, o sea, la gestión institucional de la presión terrorista, es que no deja ningún margen para la confusión interesada de los que pretenden echar al Gobierno del PP aprovechando el terrorismo vasco. Los cebrianes y tusellones, felipones y polankos, ya no pueden seguir hablando de la voluntad de convivencia y de diálogo del PNV, manipulada arteramente -según ellos- por el PP y sus secuaces del PSE-EE para destruir un nacionalismo democrático -el vasco- e imponer un nacionalismo antidemocrático -el español-.

Naturalmente, Arzallus puede seguir dándole emisoras y contratos publicitarios a Polanko. Y puede el jefe de PRISA seguir tratando de heredar la hegemonía del Grupo Correo tras los asesinatos programados de la "Brunete" marcada por Arzallus, para así instalar su "Panzer Mediática" a la sombra del Arbol de Lizarra. También pueden González y sus cómplices arrastrar al PSOE a un papel de servicio doméstico del nacionalismo, para así seguir conspirando contra esta democracia ignorante y desagradecida que elige a la Derecha para gobernar. Pero detrás del "federalismo asimétrico" no hay más que separatismo nacionalista. Y detrás del separatismo no hay más que terrorismo. El que no lo ve es porque no lo quiere ver, pero no puede estar más claro.

En Opinión