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Tenía razón el Presidente del Gobierno: no podemos resignarnos. Es más: no nos resignamos. No nos resignamos a tener a una ministra de Sanidad como Celia Villalobos y no nos resignamos a que Aznar no la destituya. No nos resignamos a tener un ministro de Agricultura como Arias Cañete y tampoco nos resignamos a que Aznar no lo eche. No nos resignamos a tener un Vicepresidente Político que no vicepresida nada y a un Coordinador del Gobierno que no coordine ni el reloj. No nos resignamos.

Tampoco nos resignamos a que el Presidente del Gobierno viva en una burbuja de incienso, entre los vahos de halagadores al contado o a plazos, convencido de ser una síntesis casi perfecta entre Cánovas y Napoleón. No nos resignamos a que la única palabra que acepte el Presidente sea "sí". No nos resignamos a que desde el Gobierno se fleten continuamente proyectos contra la pluralidad y la libertad de expresión. No nos resignamos a que RTVE sea una parcela repartida entre la lencería del ventrílocuo Moreno y la obscenidad de cierta información ventrílocua que parece remitida desde la Moncloa. No nos resignamos.

En realidad no nos hemos resignado nunca a que la Mayoría Absoluta sea una patente de corso para los golfos de alto bordo y para los políticos de temporada. No nos resignamos a que el felipismo judicial se consolide y extienda mediante el pacto sobre la Justicia. No nos resignamos a que el CESID sea o siga siendo con el PP lo mismo que fue con González. No nos resignamos a que el aznarismo se parezca tanto al felipismo. No nos hemos resignado nunca y no nos resignaremos jamás. Nosotros, no. A ver si el Presidente se resigna a que no nos resignemos los demás. A ver si se resigna a mandar menos y gobernar un poco más. A ver.

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