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Enrique de Diego

La Eta de matar por casa

José Javier Múgica, concejal de Leiza, había pasado en familia unos días en un balneario. No llevaba mucho tiempo de vuelta. El ertzaina Mikel Uribe solía ir a Tolosa los sábados a comer con su cuadrilla, una costumbre vasca arraigada, relacionada con los sociedades gastronómicas. La localización de ambos fue inmediata, por personas de su entorno, de Leiza y de Leaburu. No fueron seguidos por un “comando informativo”, como se entendía antes, sino por miembros de Batasuna actuando dentro del organigrama de Eta, por vecinos.

No se necesita ser Mariano Rajoy, ni Javier Balza, ni experto de los servicios contraterroristas para percibir que alguien avisó en Leiza de que el concejal de UPN había vuelto de las vacaciones, alguien hizo un seguimiento de su furgoneta, alguien llamó a la banda para obtener la bomba-lapa y alguien la puso en los bajos, mientras otros vigilaban a la Guardia Civil. Es decir, Eta tiene una estructura estable en Leiza y esa estructura conoce los cauces para comunicar con el aparato logístico y ejecutor.

Lo mismo cabe decir sobre el asesinato de Mikel Uribe. En horas se informa de que ha llegado. Los informadores conocen la forma de comunicar con el complejo Donosti y a lo largo de la jornada, mientras los informadores mantienen controlado el coche, llegan tres pistoleros para cometer el atentado. A Juan María Jáuregui le asesinaron en horas en el lugar de una cita para una entrevista con Euzkaltelebista. No se necesita ser muy lince para deducir que esa estructura in situ de Eta está directamente relacionada con Batasuna. Probablemente sea la misma. Casi seguro que una parte de Batasuna es ahora mismo Eta desde el punto de vista operativo, como un gran comando legal, sobre todo en las zonas en las que los batasunos tienen una presencia destacada, como sucede en Leiza y Leaburu.

Con carácter previo, el diario Gara, en entrevista a la dirección de Eta, señaló como objetivo a UPN. Es todo un entramado que concluye en el asesinato, aprovechando los beneficios del sistema. Un conjunto de asesinos legales. Ninguna lógica tiene, es absolutamente falsa, la tesis sostenida, quizás por cobardía, por la Sala Cuarta de la Audiencia Nacional que plantea la existencia de una Eta jupiterina que bajo del cielo, envuelta en misterios metafísicos, para asesinar. Absurdo es que Ibarretxe se mofara en el debate de investidura sobre el diagnóstico de Jaime Mayor Oreja de la existencia de una Eta interior.

No tenemos aquí un partido político relacionado con una banda terrorista, sino un partido que forma la base de la infraestructura de la banda. No entender esto, no extraer sus conclusiones, sólo sirve para que muera más gente. Ingenuo es pretender que los concejales de Batasuna condenen asesinatos en los que probablemente han participado y se han decidido en sus sedes. ¿Puede ser legal un partido que participa en asesinatos? A mí me parece una soberana falta de sentido común.


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