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Federico Jiménez Losantos

El PSOE quiere colocar a Dios y al Diablo

El Partido Socialista está dispuesto a aportar a la catástrofe ética de la politización de los altos tribunales no sólo su acreditado sectarismo ideológico sino también su caos interno, la turbamulta de familias y estrategias enfrentadas a propósito de los criterios políticos más elementales. Un ejemplo espectacular, ridículo si no fuera siniestro, es que, mientras funda la legitimidad de su apaño con el PP en el pacto antiterrorista y la lealtad constitucional, pretende colocar como garante del sistema a una diputada del PNV, máximo enemigo de ese pacto contra el terror y de la propia pervivencia de la constitución y la nación españolas.

¿Se ha vuelto loco Caldera? No. Simplemente tiene que repartir la cochambrosa túnica del Poder Judicial con la rama de su partido que ha hecho del apoyo al nacionalismo vasco (incluído el separatismo del PNV, apoyado a su vez en el terrorismo de ETA) la palanca de desestabilización del Gobierno del PP para poder echarlo del Poder. El espectáculo de Caldera defendiendo la necesidad de colocar como guardianes del sistema a los más feroces enemigos de los partidos españoles, incluido el PSE de Redondo Terreros, es menos patético, aun siéndolo mucho, que la existencia en el interior del PSOE de esas dos estrategias contrapuestas: la proclamada lealtad a España y su democracia y la deslealtad a todo y a todos con tal de volver a la Moncloa. Nos gustaría poder decir que una corresponde a Zapatero y otra a Felipe González. Por desgracia, si lo de González es evidente, lo de Zapatero, o lo de Caldera, dista mucho de serlo. No sólo están dispuestos a pactar con el diablo para mantenerse al frente de un partido hecho pedazos sino a presentar al mismísimo Belcebú como suplente veraniego en la portería de San Pedro. De risa, si no fuera de pena.

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