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Federico Jiménez Losantos

¿Somos aliados o censores de los EE UU?

Ante el comienzo de las acciones militares de los Estados Unidos y Gran Bretaña contra el terrorismo islámico, que son esencialmente defensivas y que constituyen la respuesta a la masacre de Nueva York y Washington el pasado once de septiembre, lo primero que deberían aclarar los políticos europeos supuestamente aliados de los USA y los medios de comunicación que se dijeron apenados por la matanza terrorista y que se proclaman continuamente vigías democráticos y defensores de la libertad es si realmente se están comportando como aliados o como censores del país agredido. Porque la evidencia creciente, cuando va a cumplirse un mes del mayor atentado criminal de la historia reciente de la Humanidad, es que los sedicentes aliados no hacen sino poner peros, objeciones, censuras, reticencias, cuando no verdaderas agresiones al razonable y justo deseo de los norteamericanos de hacer justicia contra los asesinos.

Sobran pruebas de la miserable actitud europea, aunque baste recordar que en la declaración de la UE se incluyó explícitamente que la respuesta a la masacre debería ser “proporcionada”. Es decir, que dentro de la más rancia prevención izquierdista contra los EE UU, a los salvajemente agredidos se les supone predispuestos a la injusticia y la desmesura, a matar inocentes por vicio y, en consecuencia, a no perseguir a los verdaderos culpables, porque según estos politicastros de la UE lo único que cabe esperar de los norteamericanos es la barbarie y el error sanguinario.

Además de esa afrenta a los supuestos aliados, la burocracia política europea ha mostrado su faz más agresiva atacando no a Ben Laden o a los países cómplices del terrorismo, eso nunca, sino a... Silvio Berlusconi. Por el gravísimo delito de expresar su convicción sobre la superioridad moral de la civilización de la libertad que es Occidente frente a los países de civilización islámica, donde el concepto de ciudadanía y la libertad religiosa sencillamente no existen, el primer ministro italiano ha sido tratado como un criminal contra la Humanidad. Según Haro Tecglen, el escriba totalitario de guardia en “El País”, Berlusconi es “un fascista”. Tiemble el magnate italiano, porque la costumbre de Haro es elogiar dictadores --Hitler y Franco de joven, Stalin y Castro de Viejo--, de forma que, si piensa en hacerse fascista, debe saber que será tan alabado como ahora vilipendiado, y no se sabe qué es peor. Claro que en un periódico que tituló en portada a las pocas horas de la masacre que el mundo estaba en vilo por el temor a las represalias de Bush, las atrocidades de Haro pueden entenderse como simple coherencia editorial.

Aliado de alguien es el que le apoya, ayuda, comprende y disculpa sus errores, cuando los comete. Aliados de los USA contra el terrorismo internacional --islámico pero no sólo islámico-- se supone que son los gobiernos europeos, con el respaldo de los medios de comunicación supuestamente identificados con la democracia y la libertad. Por desgracia, la realidad es mucho más vil, más sórdida, más siniestra. Ojalá nos equivoquemos, pero es de temer que cuando empiecen las operaciones militares, los estrategas de café y los eruditos en lírica islámica, objetores de conciencia por cuenta ajena, no tardarán ni un segundo en convertirse en censores implacables de los mismos que dicen apoyar. En realidad, para muchos europeos, a la vista de los hechos, el único norteamericano digno de respeto es el norteamericano muerto. Vivos, dignos, fuertes y dispuestos a defenderse, les resultan claramente antipáticos. Por no decir insoportables. Con aliados así, no hacen falta enemigos.

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