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Federico Jiménez Losantos

El "Sobrinísimo", bajo los focos

Alguna vez nos explicará alguien por qué el PP desistió de pedir la comparecencia de Agustín Fernández en la Comisión Parlamentaria sobre Gescartera. Aunque, en realidad, esta es una pregunta retórica: viendo cómo el PP le pide a Polanco que se sirva a la carta si le parece y como le parezca la ejecución de la sentencia del Supremo sobre el “antenicidio”, milagro sería que Rato o cualquiera de sus pujaltes hubieran osado molestar a Don Jesús con desagradables inquisiciones sobre la relación entre Camacho y su sobrino, Gescartera y Fernández. No digamos ya si alguien se hubiera atrevido a preguntar sobre la participación real de Prisa en Avanzit, antes Radiotrónica, en cuyo sostenimiento como valor parece que Gescartera se gastó lo que no debía: muchísimos millones. En uno de los apuntes de Pilar Giménez Reyna aparece Prisa, es decir, Polanco, con un 25% en ese valor. El Imperio dijo después que sólo tenía el 2,6%. Pero lo escalofriante es que nadie quiso preguntar. Ni el PP, ni el PSOE, ni IU ni nadie. Polanco, ni tocarlo.

Sin embargo, ha sido terminar el desfile político por la Comisión de Gescartera y de nuevo aparece bajo los focos noticiosos el inteligentísimo Fernández como pieza clave en lo que va quedando en la playa tras la retirada de la ola parlamentaria: las cuentas “cifradas” del HSBC. Caruana afeó en su comparecencia ante la Comisión la conducta del Deutsche Bank por haber fletado un sistema opaco de cuentas que habría perfeccionado el HSBC. Claro que la entidad puede aducir que no la censuraron en su día por ese asunto ni el predecesor de Caruana en el Banco de España, Luis Angel Rojo, ni tampoco el Ministerio de Hacienda, hoy de Montoro, ayer de Rato. En todo caso, ahora tienen los zahoríes del Fisco ocasión de desquitarse. Esperamos con impaciencia lo que tienen que contarnos sobre el HSBC. De momento, los datos que aporta El Mundo en su investigación sobre la relación Fernández-Pastor-Camacho son tan abrumadores, tan apabullantes, que no se entiende esa falta de interés por parte de todas las fuerzas políticas para citarlo en la Comisión de Gescartera. No se entiende o, como dijo el otro, se entiende demasiado. Demasiado bien para no resultar estremecedor.

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