El asesinato del juez José María Lidón en Getxo, a las pocas horas del intento frustrado de asesinar al secretario de Política Científica, Juan Junquera marca con claridad una nueva ofensiva terrorista, que puede manifestarse en nuevos atentados. Junto a la tragedia del asesinato de una persona y el dolor gratuito ocasionado a una familia, ésta es la lectura de la banda terrorista tras el 11 de septiembre. En la menguada internacional terrorista, tras la decisión del IRA, sólo resisten los talibanes afganos y los vascos.
En el atentando contra el Estado de Derecho manifiestan estos asesinos su oposición radical a cualquier principio de libertad. Pero así como el terrorismo islámico es el efecto del integrismo, el de los etarras es producto del nacionalismo. Una de las formas de integrismo.
A la vista de la continuación de los asesinatos y la evidencia de que se trata de personas que van pasando de Batasuna a ETA –como ha vuelto a suceder con la etarra del comando Madrid–, parece imprescindible analizar en serio, de una vez, sin complejos de culpa ni subterfugios, la ilegalización de Batasuna. Si matan, que lo hagan sin tanta facilidad, con más dificultades para financiarse y sin poder mantener su cantera al pairo del Estado de Derecho, al que han vuelto a asesinar una vez más simbólicamente.

Nueva ofensiva terrorista
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