Menú

Dentro de esa línea de zigzag, quiebros y volteretas que tan devastadores efectos está teniendo en sus expectativas de voto, José Luis Rodríguez Zapatero se ha presentado en Ceuta con la intención, suponemos, de borrar la imagen de embajador oficioso de Marruecos que asumió en su reciente visita de fraternidad y halagos a Rabat. El efecto ha sido el contrario: recordarnos ese viaje del que empezábamos a olvidarnos. Y constatar la contradicción permanente a que parece abonado el Secretario general del PSOE: rendir pleitesía al Sultán de Marruecos, cuyo régimen reivindica la soberanía sobre Ceuta y Melilla y viajar ahora a Ceuta como si no las reivindicara.

Tal vez Zapatero tiene en la cabeza a Escipión “El Africano”, cuyas hazañas en la ribera sur del entonces llamado “Mare Nostrum” le granjearon extraordinario crédito político en Roma. No parece que ese vaya a ser el caso del joven político leonés, cuya peripecia al otro lado del Estrecho ha consistido en una calamidad tras otra, probablemente como pretendían quienes le hicieron desistir de su primera e inteligente intención de cancelar cualquier relación con la monarquía alauí mientras Mohammed VI no reenvíe a su embajador a Madrid. No sabemos si los mismos que le instaron a ir a Rabat le han aconsejado ahora este viaje a Ceuta. Si es así, el resultado será ajustado a la intención, que no es precisamente la de reforzar la imagen de Zapatero. Lo único positivo de este viaje sería que el Secretario General del PSOE suscitase en los políticos de otros partidos el mismo deseo, aunque fuera sobrevenido, de visitar Ceuta y Melilla. Pero dados los réditos que de sus campañas africanas extrae Zapatero, es de temer que ni se acerquen.

© www.libertaddigital.com 2002
Todos los derechos reservados

Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.

 &nbsp
!-->

En Opinión