Igual que los equipos de la NFL americana tienen un entrenador para el ataque y otro para la defensa, la selección de fútbol de Zambia tiene dos brujos, uno para marcar goles y otro para impedir que se los hagan. A pesar de lo cual no marchan nada bien las cosas en la Copa de África para los zambianos, penúltimos del Grupo D de clasificación por detrás de Senegal y Egipto. En una situación tan precaria no se sabrá jamás si es el "brujo atacante" o el "brujo defensivo" quien tiene realmente la culpa de esta bochornosa situación deportiva.
La Confederación Africana de Fútbol ha tratado en vano de impedir la presencia en los campos de estos folklóricos personajes. No hay nada que hacer. Imposible. Los "Gri-gri" de Mali (segunda del Grupo A) creen que matando pollos les irán mejor las cosas. A Bamako han llegado hace poco los "hacedores de milagros" de Costa de Marfil (tercera del Grupo C), buscando una clasificación imposible. Togo (segunda del Grupo C) tiene ya trabajando a dos brujas especialistas en amuletos, y Mister John, hechicero de Liberia (tercera del Grupo A), y amigo personal de George Weah, convive en el mismo hotel que los jugadores, invitado por la federación de su país.
Lo último que querría es arrebatarles sus "Gri-gri" a mis amigos africanos. Y no entiendo que la CAF quiera impedirles que den rienda suelta a sus emociones. Es como si Ángel Villar no dejara ver la final de la Copa del Rey a "Navajita Plateá" o Manzanita. Unos matan pollos, y otros como Luis no quieren ver el color amarillo ni en pintura. ¿Y qué? Bien mirado, Mister John es como Mister Toshack. Si el equipo gana estará claro que se deberá a sus embrujos. En caso de derrota habrán sido los jugadores que no supieron interpretar correctamente sus indicaciones. Los europeos también tenemos nuestros brujos, sólo que aquí visten trajes de Armani, juegan al golf en Sotogrande y tienen tratamiento "VIP" allá donde van.
Reconozco que en esta materia soy un absoluto descreído. Únicamente he conocido un brujo futbolístico, y ese fue el viejo Vujadin Boskov, capaz de hacer un equipo con aquel "Madrid de los García", e incluso llevarle a una final de la Copa de Europa. Desconozco si el zorro yugoslavo mataría o no pollos en sus horas libres, pero he de reconocerle ciertas dotes de prestidigitador al hombre que logró llevar a París a los García Navajas, Pérez García, García Hernández y García Cortés. Perdieron, pero es que lo contrario no habría sido un embrujo sino un milagro.
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