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Federico Jiménez Losantos

Ese convenio puede y debe cambiarse

El actual Gobierno del PP –con mayoría absoluta– no puede escudarse en lo hecho a sus espaldas y a traición por un gobierno como el del PSOE en marzo del 96, legalmente capacitado pero claramente ilegitimado, durante la semana de las elecciones en que perdió el poder, para promulgar acuerdos de rango legal y de tanta trascendencia como el de la enseñanza del Islam en las escuelas con cargo al Estado.

En los socialistas, ese acuerdo se explica por su anticlericalismo patológico, que se traduce en aversión a todo lo que signifique catolicismo. El convenio firmado por Belloch y Saavedra es sólo una degradación del estatus de la Iglesia Católica española al colocarla al mismo nivel que el Islam. Y que su única voluntad era elevar el rango de los musulmanes para fastidiar a los cristianos lo prueba que ese mismo partido venga atacando regularmente a los obispos católicos por destituir a algunos profesores de religión, facultad que sí le concedió sin precaución ni caución alguna a las autoridades religiosas musulmanas. Que, por cierto, en Marruecos es, al máximo nivel, Mohammed VI. ¿Nombrará él a los profesores de Islam en Ceuta y en Madrid? Legalmente, puede.

Este es uno de los muchos agujeros técnicos y disparates políticos por los que Aznar puede y debe anular ese acuerdo. Pero la razón de fondo es que en las escuelas españolas no se puede instruir a un gran número de niños, el que sea, en la discriminación sexual y el trato vejatorio a las mujeres, ni por “costumbre cultural” ni porque lo mande Mahoma. Ya hay mezquitas para el culto y les sobra dinero a los saudíes para fundar “madrassas”. La Constitución, al establecer la libertad de culto, dice que la religión católica gozará de especial respeto y protección. Y eso es lo que debería suceder en España.

Antes de que se emplee el dinero de los ciudadanos españoles en enseñar una doctrina misógina y anticonstitucional, sería deseable incluso la supresión de cualquier enseñanza religiosa en el sistema escolar, como ha pedido IU. Pero los comunistas lo hacen por fastidiar a la Iglesia católica con la excusa del Islam. Y no es eso lo que manda la Constitución, que privilegia, con todas las razones habidas y por haber, a la religión católica, tradicional y mayoritaria en nuestro país.

Si el Gobierno se escuda cobardemente en lo decidido ilegítimamente por el PSOE para no impedir que las escuelas españolas se conviertan en lugares donde se educa contra la igualdad de sexos y eventualmente se predica la destrucción de esta sociedad “infiel”, que no piense que alguien valorará su “centrismo”. Pensaremos que, como casi siempre, es la excusa para su absoluta falta de moral. No sólo la cristiana –de la que el Presidente y muchos ministros presumen–, sino la simplemente ciudadana, que en todo lo que significa libertad de conciencia, igualdad ante la ley, autonomía de la sociedad civil y separación de la Iglesia y el Estado, es –digámoslo claramente– incompatible con el Islam. Una cosa es tolerarlo. Otra, bien distinta, prestar el Estado para difundirlo.

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