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Enrique de Diego

Arzalluz ataca por el Oeste

Mal tiene que verse el PNV, demasiado aislado internacionalmente, para que Arzalluz se vea obligado a atacar desde el Oeste con el respaldo de la extrema derecha norteamericana. Pocos gestos ejemplifican mejor la evidencia, tantas veces oculta por estos lares, de la identidad ultraderechista del PNV, tan manifiesta desde sus orígenes racistas, antiliberales y antidemocráticos.

Descendientes de los pastores vascos emigrados a Estados Unidos, un republicano pintoresco, partidario de la superioridad racial blanca, tan en consonancia, pues, con las estultas tesis de Arzalluz, están detrás de esta bufonada de Idaho, que pretende, sin conseguirlo, abrir un resquicio a la claridad de juicio que sobre el terrorismo, y sus fundamentos ideológicos, se ha establecido tras el 11 de septiembre. El presunto apoyo de Idaho muestra el aislamiento europeo y norteamericano del nacionalismo vasco.

Pero el gesto, en su futilidad, pone aún más en evidencia las pretensiones del sector entreguista del socialismo vasco, empeñado en confundir las churras con las merinas, y en ser pastoreados por quienes mantienen la tosca serie de tópicos de los que se alimentan los terroristas. ¿Dónde está el progresismo de la estricta reacción xenófoba?

No es casualidad que en el texto de Idaho tampoco se hable de Eta.

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