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Todavía desconocemos las razones de la retirada del embajador marroquí de España, pero todos los analistas apuntan a que está relacionada con la postura española respecto al Sáhara y el rechazo a derivar el contencioso hacia una autonomía bajo la monarquía feudal marroquí.

Resulta cuando menos curioso que los criterios sostenidos por las naciones musulmanas respecto a Palestina y los palestinos se vuelvan inhibición respecto al antiguo Sáhara español. Hemos venido escuchando con harta frecuencia denunciar la doble moral de los Estados Unidos, cuando la doble moral se da en las naciones musulmanas.

Hace poco un empresario español me explicaba las dificultades para invertir en algunas naciones subdesarrolladas, y concretamente en Marruecos, pues era preciso “comprar” la protección de algún jerarca y sumirse en un esquema de corrupción permanente: el Gobierno como mafia. La idea, tan extendida y tan falsa, de que los problemas de esas naciones están provocados por la riqueza de las naciones occidentales, sólo sirve para perpetuar problemas, que deberían pasar por la denuncia de los males de gobiernos ineficientes y corruptos, o de religiones intransigentes (el Islam, como decía Renan, es la suma intransigencia y dicta el asesinato de quien no sigue sus ritos, del apóstata, y la imposición por las armas sobre el infiel), que mantienen a sus poblaciones en la miseria. Es lo que sucede con Marruecos. Todavía no se ha exigido que explique por qué se retiró su embajador. Sería una forma de ayudar a Mohamed VI y su corte corrupta para salir de su doble moral, que les lleva, por ejemplo, a denunciar en Israel lo que ellos hacen, con el silencio general, en su propia casa

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