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Enrique de Diego

Exterminar la pluralidad

El nacionalismo se ha mostrado pertinaz como gramático. Una de sus compulsivas aficiones es a crear eufemismos. De hecho ha conseguido extender esa moda. Sobre la materia, en el periodismo español, sobre todo en el aznarista, casi nadie dice nada. Incluso Jaime Mayor Oreja utiliza lo del “autogobierno” para referirse a independencia o secesión.

Ante lo que estamos es ante un golpe de Estado cuya finalidad es exterminar la pluralidad y proscribir la libertad en una zona de España, donde los derechos están amparados por la Constitución. Ese golpe de Estado viene precedido por una matanza de constitucionalistas a manos de nacionalistas. Las tumbas son sagradas, aunque las interpretaciones sean libres. Algunas abyectas, innumerables las hipócritas. Ninguno de sus asesinos –el terrorismo es nacionalista y eso es reconocer una realidad obvia– vale lo que una sola de sus víctimas.

Cuando se asesina a Miguel Ángel Blanco, junto al terrible acto concreto, se asesina a todos cuantos piensan como él. Cuando se asesina a Fernando Buesa, se asesina a cuantos piensan como él. Sólo que, en ese momento histórico, no hay capacidad real para asesinarlos a todos, salvo en el simbolismo. Ni se cuenta con el poder y los medios para poner en marcha los campos de exterminio.

El nacionalismo pretende exterminar moralmente y físicamente a los constitucionalistas. Eso es el proceso de “construcción nacional”. El País Vasco hoy es el fruto de pactos que permiten un resto de convivencia, con una libertad amenazada, y ese último resquicio, antes del genocidio, es lo que se trata de romper, incluso extendiendo tal delirio a Francia y a la autonomía de Navarra.

Pretende un Estado étnico, de hipotéticos puros, para lo que viene sumiéndose en procesos de depuración, asesinato y coacción, que sólo están en inicio, y sobre los que existen muchas y trágicas experiencias históricas. A Auschwitz se entraba bajo un cartel que rezaba “El trabajo libera”. Los eufemismos pueden engañar a muchos, pero no a todos.

Para evitar un proceso de este tipo –el intento de eliminación de la libertad, de los derechos personales en alguna parte de la geografía nacional– la Constitución establece un mecanismo, el artículo 155, para recuperar la autonomía delegada. Este es de manera muy clara el caso. No sólo para salvar la democracia, también para impedir el totalitarismo.

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