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Enrique de Diego

Madrazo o la supervivencia de IU

La presión interna en Izquierda Unida va en aumento. Es obvio que Javier Madrazo dirige un partido distinto, autónomo, que no sigue criterios nacionales. A pesar de su intento de mostrarse como un izquierdista coherente, resulta obvio que mantiene una coalición con un partido que pasa por la extrema a Haider. El líder ultra austríaco hasta el momento no ha hablado del Rh.

En Izquierda Unida esta escisión de hecho de Madrazo se ha consentido púdicamente, con el respaldo de Gaspar Llamazares, hasta que en julio la encuesta del CIS resultó demoledora: de una expectativa de voto nacional de 5,8 puntos, IU descendía a 5. Ocho décimas en esos parámetros es un descalabro. En las próximas elecciones municipales y autonómicas, IU podría aspirar a ocupar un papel, respecto al PSOE, similar al que ocupa Madrazo respecto al PNV. Podría ser el partido bisagra que permitiera la gobernabilidad del PSOE en ayuntamientos y autonomías. Pero con esta tendencia podría encontrarse en la más estricta marginalidad.

No es que en IU preocupe la inmoralidad de la postura de Madrazo, es que están empezando a ver peligrar su supervivencia, sobre todo los andaluces. En el debate parlamentario sobre la ilegalización de Batasuna, Manuel Núñez, por el Partido Andalucista, habló de la unanimidad andaluza a favor de esa medida y adujo la “sangre andaluza derramada”. Al margen del tosco nacionalismo subyacente, Andalucía ha sido de las regiones más castigadas por la lacra terrorista y es también una de las autonomías donde IU se mantiene con cierta fuerza.

Madrazo podría haber adoptado una postura sigilosa, pero ha elegido la fe del converso, el celo del lacayo y pugna de continuo por pasar en radicalidad a Ibarretxe y Arzalluz. Si los destinos de IU en el País Vasco han de decidirse allí, como señala Llamazares, es que IU es, todo lo más, una confederación de partidos. Pero, claro, los andaluces no entienden cómo la izquierda pasa por respaldar al PNV y por defender a Batasuna. No es extraño que los dirigentes andaluces estén intentando desmarcarse lo más posible de lo que empieza a percibirse como un lastre que puede llevar a IU al borde de la extinción, en aras del sueldo de Madrazo.

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