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Sólo desde las anteojeras ideológicas se puede seguir adelante con un proyecto que en la ronda de consultas ha cosechado un sonoro fracaso. Muy notorio el rechazo de los empresarios vascos, en los que el PNV no ha conseguido hacer fisuras. Muy clara la falta de perspectiva en el seno de la Unión Europea.

No existe una “mayoría relevante” –según la expresión del Tribunal Supremo de Canadá en relación con Québec–, ni mucho menos una “comunidad moral”, en el concepto nacionalista referido a la autodeterminación. El proyecto independentista de Ibarretxe (no sabemos de qué va lo del estatuto de libre asociación) no resulta integrador, sino que crispa. En ese sentido, sustituye al efecto benéfico de la ilegalización de Batasuna que había traído un avance notorio de la paz social y el orden público. Ibarretxe ha conseguido mantener el clima de incertidumbre e inestabilidad. De la ronda de consultas se deduce, además, que el PNV tendría incluso un programa máximo por encima del propuesto por Ibarretxe, con lo que atender a la propuesta es un ejercicio de ingenuidad. Los empresarios han dicho con claridad que todo esto resulta contraproducente para la economía vasca, para los ciudadanos concretos.

Irrealizable el proyecto en la Constitución española y el Tratado de la Unión, se mueve, por tanto, fuera del campo de lo posible, que es el de la política, para entrar en el del voluntarismo pseudoreligioso, en el del totalitarismo.

Un político democrático sensato, tras las opiniones recibidas, arrinconaría la propuesta y establecería la prioridad en la lucha contra ETA –no en una segunda tregua-trampa–, pero a estas alturas la sensatez brilla por su ausencia en el PNV –ETA les ha situado en complicidad con el asesinato de Miguel Ángel Blanco– y en el Gobierno vasco, que quiere romper la legalidad dentro de la legalidad, como si de la cuadratura del círculo se tratara.

Lo conveniente sería que los empresarios vascos, tras su espléndida clarificación, hicieran frente por la vía de los hechos a este proyecto mussoliniano fomentando la racionalidad en la sociedad vasca.

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