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Federico Jiménez Losantos

Un gran gesto de Esperanza Aguirre

Después de la terrible campaña, el agónico recuento y la derrota matemática (que no moral ni política), Esperanza Aguirre tenía la oportunidad de quedarse con la Presidencia de la Comunidad de Madrid, simplemente haciéndole un guiño cómplice y presupuestario al PSOE. No ha querido y ha pedido nuevas elecciones para aclarar las cosas, un gesto que le honra. No parece que el PSE e IU estén precisamente por aclararlas, pero es muy saludable que lo haya hecho el PP. Y si Rodrigo Rato no persiste en enredar (de tanto ambular y conspirar con Trillo empieza a contagiarse) el electorado madrileño percibirá con toda claridad lo que puede esperar de las izquierdas y de la derecha. En democracia, al final, no cabe sino confiar en los electores. O lo que es lo mismo, en su libertad.

No sabemos si las izquierdas se dejarán votar de nuevo. Estos representantes del pueblo tienen tanta confianza en el pueblo como en sí mismos, o sea, muy limitada. Pero al final lo que plantea Esperanza Aguirre tiene toda la lógica del mundo: ni Simancas puede ahora gobernar con esos dos expulsados e injuriados compañeros ni tampoco el PP podría gobernar con una mínima comodidad. Es tan insólita la situación que el recurso a las urnas parece lo menos gravoso para la democracia. Para ciertos políticos, no. Pero es que ya se sabe que muchos políticos sólo soportan la democracia para llegar a mandar, pero la libertad les molesta, les preocupa o les cabrea. A Esperanza Aguirre no le sucede ninguna de las tres cosas. Es una cualidad, algunos dirán un achaque, muy propio de los liberales, que sólo se encuentra en algunas especies del PP.

Y una razón de peso para votarle. Los que ya lo hicieron en Madrid son los únicos que en estos días no han tenido ocasión de arrepentirse. Merecen aumentar.


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