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Federico Jiménez Losantos

¿Bombardeará Solana a Esperanza Aguirre?

De grandes cenas están las sepulturas llenas, dice el refrán castellano. Pero cabe interpretarlo de un modo bien distinto al habitual, en clave de comer poco antes de irse a dormir. Si las grandes cenas son las de Felipe González, Javier Solana, Carlos Solchaga y sus respectivas y oficiales señoras, las tumbas que pueden abrir sus fauces no engullirán al cebado sino al odiado, no al que abusa de las copas, sino al que abusa de la paciencia de los comensales sociatas. De la gran cena revelada por el diario La Razón, y en la que se habría tratado del futuro de la dirección del PSOE, el cadáver político resultante sería, sin duda, el de Zapatero. Es el momento de que el político leónés cene con Borrell, para saber cómo se sale de estos trances o cómo se sobrellevan con cierta dignidad. O de que empiece a leer esa novela que comienza así: “no preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”.

Pero en mamíferos de esta envergadura y experiencia, en plantígrados de esta corpulencia y senectud, cabe temer la violencia de los daños colaterales, los movimientos involuntarios de letales consecuencias. La última vez que González habló con Solana de Milosevic fue muy probablemente cuándo éste debió bombardearlo en su calidad de Secretario General de la OTAN y arrasó puentes, cuarteles y emisoras de Belgrado, para desolación de Telemadrid. Si González, que tiene algo de monstruo sonámbulo, compara a Esperanza Aguirre con el genocida de los balcanes, no sólo expresa una voluntad injuriosa de mortificar a la candidata madriñeña más votada, sino un archiposible empeño criminal. Consciente, inconscientemente o ambas cosas a la vez, está pensando en bombardear la Asamblea de Madrid, eso está claro. Urge, pues, actuar en consecuencia. El PP debe decidir si utiliza a Gallardón como escudo humano o se lanza a un ataque preventivo contra PRISA y el PSOE, sacrificando a Trillo en la operación. Algunos lo llamarían crisis de gobierno. Otros, simple, justificada y justificable defensa propia.


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