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La “renovación” del PSOE fue siempre un engañabobos, una mentira arrojadiza en la que nadie de dentro ha creído jamás y, fuera del partido, tampoco. La fórmula la acuñó el felipismo para desalojar a Guerra del aparato del partido, el último obstáculo que impedía la fusión completa de los intereses particulares de González y empresariales de Polanco. Tras un año de feroz campaña contra el vicesecretario general, de bautismos tan atroces como el que tras un horrendo crimen rural en Extremadura dio en llamar al guerrismo “el socialismo de Puerto Hurraco”, Guerra dobló y se fue a dimitir junto a Ibarra, su último fiel, ¡él que los había pastoreado a todos, de Bono a Borbolla, a todos!

Acaso el episodio clave de aquella guerra sucia fue el espionaje del teléfono móvil (“la motorola”) de José María Benegas cuando llamaba a González “El One” o “Dios” y su pública difusión delictiva por la cadena SER, hazaña semejante a sus fechorías de entonces contra Jesús Cacho o Pedro Jota y anticipo de las de las últimas semanas contra los “tamayos” y demás colegas de “trama” madrileña. Técnicamente no ha habido cambios, aunque tecnológicamente hayan depurado sus procedimientos. Y por supuesto, nadie ha podido superar la definición que el espiado de la motorola, hoy próspero hombre de negocios y acaso al tanto de las tramas político-inmobiliarias de la FSM, dio de González y sus cuates político-mediáticos: “renovadores de la nada”. Porque, en efecto, nada querían renovar. Eliminar competidores en el disfrute del pastel, por supuesto que sí, pero cambiar de líder, de política o de partido, ni hablar. Ya habían cambiado bastante sus “tres ces”: casa, coche, compañera. Sólo se trataba de disfrutarlas.

Como en todos los regímenes de poder personal, sean totalitarios o democráticos, el viejo líder suele apoyarse en los jóvenes para podar la cúpula dirigente... hasta la próxima poda, con nuevos jóvenes y nuevos veteranos “renovados”. Lo grotesco llega cuando esos jóvenes tras los que sigue mandando el viejo líder se proclaman a sí mismos “renovadores” de eso mismo que no se atreven a renovar. O que no se deja. Patético ha estado Zapatero en su tercer y acaso último aniversario como líder “renovador” del PSOE, hablando de esa “revolución pendiente”, a lo Girón, que sólo busca consolidar una situación inestable en la que su poder delegado se tambalea, al borde del despido. Zapatero, ha prometido seguir “renovando la nada” con ahínco. “Zapatético”, sí, una vez más.

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