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Federico Jiménez Losantos

Algo más que una reivindicación personal

Vamos a ver si se convence Rajoy y el PP empieza a hacer algo más que aprovechar las investigaciones de Fernando Múgica, el auténtico guionista invisible e involuntario de la gran reivindicación de Aznar

Aznar se ha quitado la espina que desde hace siete meses tenía atravesada en el gaznate del alma, algo que no le dejaba respirar y, a la vista de su demacrado aspecto filiforme, ni siquiera comer. Ayer estuvo mucho más calculador de lo que parecía, mucho menos improvisador de lo que dio a entender, mucho más astuto que sus contrincantes y, a fuerza de bofetadas y de mantener siempre la distancia con lo que parecía un enjambre de pesos mosca rodeando a un peso superpesado, logró algo más que una reivindicación personal, aunque también nada menos que eso: una reivindicación personal del mejor presidente de Gobierno en muchísimos años. Al menos en lo que a economía y política exterior se refiere, claves de cualquier Gobierno duradero en sus fines y benéfico en sus medios.
 
La clave del éxito de Aznar en la jornada parlamentaria de ayer está en algo que los socialistas, tradicionalmente reñidos con la verdad, no alcanzan a entender: que, en lo sustancial, el Gobierno no mintió el 11M, el 13M o el 14M. Ni entonces ni ahora. Aznar hizo, además, un excelente discurso-preámbulo que, con la eficaz participación de Eduardo Zaplana (reivindicado en su línea combatiente dentro de la Comisión del 11M) preparó una jornada de sabor agridulce pero de honda satisfacción para el PP y para sus diez millones de votos. Porque algo habrá subido desde aquellos 9.700.000 del 14-M. Si uno se acerca a la letra pequeña de la intervención de Aznar, se advierten auténticos boquetes políticos, así todo lo relativo a la Policía y la Guardia Civil de Asturias y no sólo de Asturias. Pero como la Oposición no se fijó en la letra sino en la música y su partitura es la de Don Jesús el del Bombo, el resultado fue catastrófico para la Izquierda en general y el PSOE en particular. Tampoco la SER se fue de vacío, no en balde Aznar supo ponerla en ridículo por sus errores, involuntarios o voluntarios, y la colocó en una situación de imposible defensa a propósito de ese premio Ondas que la SER se concedió a sí misma por la hazaña de aquellos días de mentiras golpistas e infame manipulación. Cebrián ha querido remachar tanto el clavo que, al final, se ha dado con el martillo en el dedo. El sectarismo tiene estos gajes. No merece menos.
 
Pero si Aznar ha estado contundente y listo, la Oposición ha estado tonta hasta decir basta. Simplemente con asumir las revelaciones de “El Mundo” y pedirle explicaciones a Aznar por ellas, lo hubieran puesto contra las cuerdas. Pero como viven instalados en la negación de la evidencia, en esa burbuja informativa del imperio prisaico que tanto daño empieza a hacerle a la izquierda, han perdido una ocasión irrepetible para desgastar de verdad al PP, al de ayer y al de hoy, al de Aznar y al de Rajoy. No se repetirá. Y es justo que así sea, aunque la justicia no siempre tenga que ver con la política. Siquiera para compensar la injusticia del 14M, la Derecha merecía el desquite de Aznar. Pero hay muchísimas cosas por averiguar. Vamos a ver si se convence Rajoy y el PP empieza a hacer algo más que aprovechar las investigaciones de Fernando Múgica, el auténtico guionista invisible e involuntario de la gran reivindicación de Aznar. Pero no sólo de Aznar. También de un tal Orwell, que se cayó del guindo totalitario en nuestra Guerra Civil y que desde entonces es el símbolo de la lucha contra la mentira en la política. O sea, contra esta Izquierda sempiternamente manipuladora y embustera que no ha cambiado mucho en setenta años, de Munzenberg a Cebrián.

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