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Agapito Maestre

El texto pactado

Estamos ante un comunicado criminal, aunque el PSOE lo celebre con júbilo demente y salvaje. Nadie sensato puede mostrar alegría ante la declaración de ETA, que exige la legalización de Batasuna, un referéndum para independizarse y fin del cerco judicial

Los ideólogos socialistas de El País conciben el comunicado de ETA como una "oportunidad inédita" para terminar con ETA. No lo creo; sin embargo, no dudo de que se abre una "oportunidad inédita" para que el PSOE gane las próximas y casi inmediatas elecciones generales, que convocará con carácter anticipado para noviembre o diciembre de este año. No tienen otra salida. O juegan a todo o perderán las migajas que ETA les ha regalado. O el PSOE aprovecha rápidamente la tregua criminal o su camino será durísimo. Mientras llega este tiempo, o sea, mientras el Gobierno anuncia su próxima movida, permítanme un consideración sobre el carácter criminal del comunicado pactado entre ETA y el Gobierno.

Nadie puede analizar políticamente el comunicado de ETA desconociendo su carácter criminal. Su voluntad de abandono de las armas se supedita de principio a fin a que el Estado de Derecho se rinda ante sus peticiones. ETA, pues, no dejará de matar definitivamente mientras no se acepten sus condiciones. Resulta patético que un Gobierno surgido de las urnas haya pactado tal tropelía con los asesinos. El comunicado de ETA es criminal de principio a fin, sin embargo, y esto resulta aún más patético, es jaleado con alborozo y regocijo por el PSOE y sus terminales mediáticas. Las cesiones, sí, de ZP ante ETA han conducido al anuncio de un "alto fuego permanente", algo parecido a una pausa en el "oficio" del terror, por parte de los criminales, pero los "ideólogos" del PSOE nos advierten con chabacanería intelectual que se ha iniciado el camino para terminar con ETA.

Entre esas advertencias, en realidad, imbecilidades sin sentido, he oído dos que, aparte de reflejar la estulticia de sus voceros, inundarán el espacio público político para ocultar el entreguismo de Zapatero a ETA. La primera insistirá en que "ETA está muerta", cuando en verdad marca la agenda política del Gobierno y sus socios; y la segunda despreciará a quien vincule el proceso de independencia de Cataluña, o sea, la aprobación del Estatuto catalán, con el proceso abierto por Zapatero con ETA, a pesar de que ETA ya anunció hace meses que veía con muy buenos ojos la tramitación del Estatuto de Cataluña. Creo que en esas dos consignas, que he oído incluso en la boca de un columnista de El Mundo –lo cual no deja de ser tristemente paradójico–, está contenida toda la jerga casticista de la ideología de Zapatero.

Hay, no obstante, una actitud aún más perversa que las anteriores. Me refiero a la valoración altamente positiva que hacen algunos periodistas de la actitud del presidente de Gobierno ante el comunicado criminal. Dicen estos nuevos "buenistas", seguidores del editorial de El País, que la actitud de Zapatero fue irreprochable y prudente. Cínicos. El presidente sólo estaba desempeñando un rol, un papel vicario, que se le había ya asignado en el proceso de negociación con los criminales. "Actitud irreprochable" de Zapatero, sí, para los terroristas, pero para los ciudadanos españoles es la antítesis de un hombre de Estado, de alguien que da mensajes de firmeza a sus gobernados. Zapatero en el Congreso era más bien la imagen de un "Estado de Derecho" que se declara en tregua. En fin, cuando la mayoría de la ciudadanía estaba esperando una respuesta seria, firmemente articulada de acuerdo con los principios de un genuino Estado de Derecho, Zapatero aparece con las manos en los bolsillos haciéndose de nuevas, o peor, como si sólo él conociese el próximo paso.

Así las cosas, me reitero: estamos ante un comunicado criminal, aunque el PSOE lo celebre con júbilo demente y salvaje. Lo cierto es que nadie sensato puede mostrar alegría ante la declaración de ETA, que exige la legalización de Batasuna, un referéndum para independizarse y fin del cerco judicial y policial. ETA exige, pues, el fin del Estado de Derecho y, sobre todo, impunidad para sus crímenes. Terrible. Lo más trágico del asunto es que todo era previsible. Era el resultado de una cesión del Gobierno al nacionalismo vasco en general, y al terrorismo en particular. Hace mucho tiempo, demasiado tiempo, que el Gobierno lo venía anunciando. Sólo había que esperar una señal definitiva, algo claro y distinto para que ETA se fiase del Gobierno. La prueba para que ETA concediese estas migajas era la aprobación del Estatuto de Cataluña, o sea, el fin de la nación española por vías parlamentarias. Ahora queda el reconocimiento de todas las exigencias de ETA y del nacionalismo vasco por vías parecidas. Es posible destrozar España, o sea, crear la nación vasca sin necesidad de seguir matando.

ETA no sólo no entrega las armas ni muestra arrepentimiento por el terror y daño causado, sino que, además, nos pide cuentas: "Hace un llamamiento a todos los agentes para que actúen con responsabilidad"... Y, sin embargo, persistirán los descerebrados en celebrar tales salvajadas "pactadas". El crédito concedido a ETA por este comunicado está en proporción directa con la desaparición de la dignidad democrática.

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