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Cristina Losada

Malas costumbres

Qué espantoso hábito el de conferir a un grupo terrorista, aun de modo tácito, el status de interlocutor. Es justo lo que pretende. Con la gravedad añadida de que ese "vuestra oferta no es suficiente" suscita la pregunta: ¿suficiente, para qué?

El trágico final de la negociación política del Gobierno con ETA se encuentra aún demasiado cerca como para que los tontos útiles de turno salgan ya en tromba a reclamar "diálogo" con una banda criminal. Sólo Gerry Adams, aquel falso hombre de paz, y otros de la cuerda, se han atrevido a entonar así, de entrada, el conocido estribillo del "proceso", tras valorar como gran avance que los delincuentes difundieran que, hace unos meses, decidieron dejar de matar por un período de ignota duración. Ni los nacionalistas, ni algún edil socialista, siempre inclinado a reconocer la fuerza dialogante de las armas, han osado emular a aquella locutora de radio que se erigió en portavoz del miedo tras el asesinato de Lluch. Aunque es de esperar que no pase mucho tiempo hasta el regreso de los sagaces descubridores de "oportunidades históricas", de ocasiones irrepetibles como la malograda en 2006, que, en efecto, era una oportunidad para los portadores de un monstruoso bagaje de crímenes.

Frente a la euforia tóxica que se desencadenó hace cuatro años, frente al optimismo que entonces embriagó a tantos hasta hacerles perder el seso y el oremus, se ha impuesto esta vez la reacción "escéptica". Hay, no obstante, quienes no pierden ciertas malas costumbres. Así, los que celebran como "buena noticia" un acto de chantaje, que no otra cosa es que los terroristas se dignen a perdonar la vida a la gente a fin de conseguir contrapartidas, bajo la amenaza de revocar la gracia concedida en cualquier instante. Así también, quienes califican de "insuficiente" el comunicado de la banda, como si se tratara de un tira y afloja entre interlocutores igualmente legítimos. Qué espantoso hábito el de conferir a un grupo terrorista, aun de modo tácito, el status de interlocutor. Es justo lo que pretende. Con la gravedad añadida de que ese "vuestra oferta no es suficiente" suscita la pregunta: ¿suficiente, para qué?

Si la maniobra de ETA persigue colocar a sus apéndices en las elecciones venideras, tampoco dejarán de aparecer los avezados exploradores de tal submundo. Esos que siempre anuncian el hallazgo de la aguja de la disidencia en el ominoso pajar del terror. Claro que si hay algún conflicto en esas cloacas es fruto, precisamente, de que las puertas de la legalidad se cerraran... hasta que Zapatero las entreabrió. Pésimas costumbres. Por de pronto, seamos escépticos.

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