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Agapito Maestre

El zapaterismo sigue

La provisionalidad del zapaterismo ha llegado a todas partes. Ahora le ha tocado al Tribunal Constitucional, que ha vivido en los últimos años "a salto de mata", dicho en honor a la verdad, con la colaboración del PP.

Muchos se extrañan sobre la provisionalidad, esa sensación extraña de que todo lo que hagamos quizá no valga para nada, que se ha instalado en la vida política, económica y social del país. Pero, en mi opinión, creo que esa es la pauta clave del socialismo de Zapatero desde que llegó al poder. En efecto, el zapaterismo sigue haciendo estragos por todas partes. De Zapatero apenas queda nada, pero los daños del zapaterismo durarán mucho tiempo. Creo que cuando este hombre desaparezca de la escena política, que todo el mundo da por hecho, el zapaterismo será la sombra miserable que perseguirá a los españoles.

¿Qué es el zapaterismo? Fundamentalmente no es otra cosa que la creación de un estado absoluto de provisionalidad en la forma de gobernar. Nunca hay nada fijo. Es la instalación de un régimen de vida política basado en el sálvese quien pueda. Esa sensación de provisionalidad que vive el país no es nueva. Es algo que ha instalado hace mucho tiempo Zapatero en las instituciones políticas. Eso es, en esencia, el zapaterismo: un crimen de guante blanco, es decir, un hacernos perder el tiempo a través de una instrumentalización salvaje de las instituciones para provecho de sí mismo y de su propio partido. El socialismo de Zapatero es no saber a qué atenerse con claridad y precisión. Eso es hoy España.

Creo que cuando este hombre desaparezca de la escena política, que todo el mundo da por hecho, el zapaterismo persistirá, porque nos costará volver a creer en el poder fijo y contundente de las instituciones políticas. El zapaterismo ha conseguido que nadie confíe en el actual sistema institucional. La provisionalidad ha llevado al deterioro a todo el sistema institucional; a veces, el destrozo, la ruina, es de tal envergadura que tenemos duda de que puedan alguna vez recuperarse. Quizá sería mejor empezar de nuevo, por ejemplo, ¿podrá resistir el "sistema" político que los terroristas de ETA-Bildu, es decir, que los propios enemigos de las instituciones democráticas sean ahora sus dirigentes? Seguramente, sí, porque el sistema está muerto, o peor, al servicio de sus enemigos. De la provisionalidad del sistema político hemos pasado a su muerte.

La provisionalidad del zapaterismo ha llegado a todas partes. Ahora le ha tocado al Tribunal Constitucional, que ha vivido en los últimos años "a salto de mata", dicho en honor a la verdad, con la colaboración del PP. En fin, el estado general de improvisación constante del zapaterismo ha llevado al Estado a su paralización general. Parece que incluso se ha instalado en el seno del propio PSOE, pues que cada vez se entiende menos que este hombre no convoque elecciones generales. La prolongación artificial de una legislatura agotada es algo que quizá no interese ya a su propio partido, según reconocen en privado socialista ilustres. Provisionalidad sobre provisionalidad. He ahí nuestro oscuro futuro.

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