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Agapito Maestre

Sentido común es sentido democrático

Nuestra lengua es un preciadísimo bien común. Su ruptura es la ruina de una política civilizada. El informe de la Real Academia es tan impecable como políticamente incorrecto

El debate sobre el lenguaje no sexista levantado por el informe de la RAE tiene que circunstanciarse en un subyacente, cuando no "ocultado", debate político en torno a la alternativa: democracia o revolución. Por un lado, hallamos a los defensores de la política democrática, son ciudadanos que consideran que la política es continuación y renovación permanente de bienes en común; por otro lado, encontramos personas que defienden la revolución, es decir, la  ruptura y muerte continúa de bienes en común. En efecto, mientras que el informe de la RAE sobre las famosas guías de lenguaje no sexista tiene un poso cultural y civilizatorio, sus "críticos" sólo han esgrimido reproches revolucionarios sin ningún fundamento. Por eso, precisamente, la reacción del ministro de Educación sobre el informe de la RAE es ajustada a la verdad: El documento de los académicos es de sentido común. Político.

Nuestra lengua es un preciadísimo bien común. Su ruptura es la ruina de una política civilizada. Porque la base de nuestra cultura, incluida nuestra cultura democrática, es la lengua, resulta importante, más de lo que creemos, esta discusión. El informe de la RAE, que afecta directamente a las "guías de lenguaje no sexista" de algunas instituciones educativas, es tan impecable como políticamente incorrecto. Es un trabajo tan serio y riguroso como impresentable resulta  el principal reproche ideológico que ha recibido, a saber, "hemos de suprimir el uso genérico del masculino para designar a los dos sexos". A pesar de que esta norma está sólidamente asentada en el sistema gramatical español, determinados agentes “políticos” tratan de manipularla ideológicamente, es decir, falsearla hasta caer en los esperpentos más ridículos.

Aunque uno tiende a buscar siempre un cuerdo equilibrio entre los extremos del "academismo" y del "popularismo" ideológico, siempre con el objetivo de respetar la unidad del idioma, tengo la sensación de que la "crítica" populachera al informe de la RAE cae en el peor vicio del paradigma revolucionario: el salvajismo. No es un problema de teoría. Esta polémica está lejos de la ciencia y la sabiduría. ¿Qué hacer ante el lenguaje revolucionario? Es menester defender la democracia. Lo común. Sí, sí, frente a los problemas gravísimos provocados por la "ideología de género" sólo podemos reaccionar con tacto, buen gusto, sentido práctico y cierto instinto democrático, o sea, tiene toda la razón José Ignacio Wert al decir el informe es de "sentido común". Democrático.

En fin, en esto de la lengua, como diría el gran humanista Alfonso Reyes, sucede lo que con las Constituciones democráticas: que el pueblo soberano tiene derecho a modificarlas o cambiarlas por otras, pero si lo hace todos los días nunca vivirá conforme a una política civilizada.

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