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Agapito Maestre

Paciencia activa o alteración ideológica

El PP sabe cuál es el camino correcto, pero tendrá que hacer el esfuerzo, genuinamente político, de explicarlo a todos los españoles.

El PSOE rechaza en bloque el Presupuesto elaborado por el gobierno de España. Convoca a los medios de comunicación en toda España y solivianta a la población con más de cincuenta ruedas de prensa para decir "no" a los Presupuestos Generales del Estado. Esa actitud revela que los socialistas no están aún preparados para hacer enteramente suya la causa de la política. Democrática. Fracasó su "política" de "brotes verdes" y otros engaños parecidos, es decir, fracasó la "política" ideológica, cuando ostentaban el poder, y sospecho que esa misma ideología pudiera también ser causa de sus actuales males en la oposición.

Los socialistas no quieren saber nada de una primera definición de la política en democracia, a saber, la negociación permanente entre la oposición y el gobierno para alcanzar acuerdos nacionales que beneficien a todos los ciudadanos. Tendremos que ser pacientes una vez más con quien desprecia la política institucional. Pues que si es cierto que la política puede compararse, como hiciera Max Weber, con la actividad de perforar muy lentamente en una dura tabla de madera, entonces la paciencia política del gobierno de Rajoy seguirá golpeando continuamente sobre la crisis económica y moral a la que han contribuido poderosamente los socialistas.

Es obvio que el Gobierno del PP, en las antípodas del presidido por Zapatero, no se ha quedado esperando un milagro apáticamente, sino que hace política, es decir, no para de tomar medidas intentando atravesar la crisis; pero, por desgracia, enfrente tiene una oposición que nada quiere saber con los patrones institucionales de un país civilizado, sino con el derrocamiento del gobierno por vías de dudosa reputación política. De momento, la negativa del PSOE a negociar con el Gobierno para salvar el país, nos fuerza a hacer una pausa para pensar sobre la viabilidad de la actitud adoptada por el PSOE. Las preguntas están a la vista: ¿pueden la agitación callejera, la propaganda convulsa en los medios de comunicación y el choque frontal en todas las instituciones buscado por el PSOE con el gobierno llevarlo de nuevo al poder? ¿Son viables en democracia esos factores, en otra época, decisivos de una táctica revolucionaria? ¿Conseguirá el PSOE hacer creíble esa táctica de acoso y derribo del Gobierno a cualquier precio con su manejo y aprovechamientos de las instituciones democráticas?

Desconozco las respuestas. Lejos de mi intención la profecía, cuando ni siquiera podemos llegar a acuerdos básicos sobre la interpretación del pasado reciente o remoto; naturalmente, deseo que fracase esa táctica socialista, pero de lo que no me cabe la menor duda es que la actitud antipolítica del PSOE llevará al país a una alteración permanente, revolucionaria, a la que sólo se le puede ganar con más política democrática. O sea, Rajoy persistirá sobre la tabla de la dura realidad con más medidas, leyes y decisiones políticas. Es menester que su partido entero no sólo haga suya esas medidas, sino que las explique y divulgue por tierra, mar y aire para que la ciudadanía siga creyendo en la política. El PP, pues, sabe cuál es el camino correcto, pero tendrá que hacer el esfuerzo, genuinamente político, de explicarlo a todos los españoles. 

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